Hay un canal que por muchos es considerado sagrado–un canal por medio
del cual Satanás ata las almas. Se escuchan voces, hay apariciones, y
un poder embrujador entra en el ser humano. Algunos lo consideran un
engaño, pero luego ven un poder mas que humano, y así son atrapados y
llevados hasta la muerte.
Puede empezar inocentemente, pero después no hay escape. Aprenda
ahora, para que pueda protegerse a Ud. mismo y a sus seres queridos,
de las artimañas del enemigo.
LA OBRA ministradora de los santos ángeles, tal cual está presentada
en las Santas Escrituras, es una verdad de las más alentadoras y de
las más preciosas para todo discípulo de Cristo. Pero la enseñanza de
la Biblia acerca de este punto ha sido obscurecida y pervertida por
los errores de la teología popular. La doctrina de la inmortalidad
natural, tomada en un principio de la filosofía pagana e incorporada a
la fe cristiana en los tiempos tenebrosos de la gran apostasía, ha
suplantado la verdad tan claramente enseñada por la Santa Escritura,
de que "los muertos nada saben." Multitudes han llegado a creer que
los espíritus de los muertos son los "espíritus ministradores,
enviados para hacer servicio a favor de los que han de heredar la
salvación." Y esto a pesar del testimonio de las Santas Escrituras
respecto a la existencia de los ángeles celestiales y a la relación
que ellos tienen con la historia humana desde antes que hubiese muerto
hombre alguno.
La doctrina de que el hombre queda consciente en la muerte, y más aún
la creencia de que los espíritus de los muertos vuelven para servir a
los vivos, preparó el camino para el espiritismo moderno. Si los
muertos son admitidos a la presencia de Dios y de los santos ángeles y
si son favorecidos con conocimientos que superan en mucho a los que
poseían anteriormente, ¿por qué no habrían de volver a la tierra para
iluminar e ilustrar a los vivos? Si, como lo enseñan los teólogos
populares, los espíritus de los muertos revolotean en torno de sus
amigos en la tierra, ¿por qué no les sería permitido comunicarse con
ellos para prevenirlos del mal o para consolarlos en sus penas? ¿Cómo
podrán los que creen en el estado consciente de los muertos rechazar
lo que les viene cual luz divina comunicada por espíritus
glorificados? Representan un medio de comunicación considerado
sagrado, del que Satanás se vale para cumplir sus propósitos. Los
ángeles caídos que ejecutan sus órdenes se presentan como mensajeros
del mundo de los espíritus. Al mismo tiempo que el príncipe del mal
asevera poner a los vivos en comunicación con los muertos, ejerce
también su influencia fascinadora sobre las mentes de aquéllos.
Satanás puede evocar ante los hombres la apariencia de sus amigos
fallecidos. La imitación es perfecta; los rasgos familiares, las
palabras y el tono son reproducidos con una exactitud maravillosa.
Muchas personas se consuelan con la seguridad de que sus seres
queridos están gozando de las delicias del cielo; y sin sospechar
ningún peligro, dan oídos a "espíritus seductores, y a enseñanzas de
demonios."
Después que Satanás ha hecho creer a esas personas que los muertos
vuelven en realidad a comunicarse con ellas, hace aparecer a seres
humanos que murieron sin preparación. Estos aseguran que son felices
en el cielo y hasta que ocupan allí elevados puestos, por lo que se
difunde el error de que no se hace diferencia entre los justos y los
injustos. Esos supuestos visitantes del mundo de los espíritus dan a
veces avisos y advertencias que resultan exactos. Luego que se han
ganado la confianza, presentan doctrinas que de hecho destruyen la fe
en las Santas Escrituras. Aparentando profundo interés por el
bienestar de sus amigos en la tierra, insinúan los errores más
peligrosos. El hecho de que dicen algunas verdades y pueden a veces
anunciar acontecimientos da a sus testimonios una apariencia de
verosimilitud; y sus falsas enseñanzas son aceptadas por las
multitudes con tanta diligencia y creídas tan a ciegas, como si se
tratara de las verdades más sagradas de la Biblia. Se rechaza la ley
de Dios, se desprecia al Espíritu de gracia y se considera la sangre
de la alianza como cosa profana. Los espíritus niegan la divinidad de
Cristo y hasta ponen al Creador en el mismo nivel que ellos mismos.
Bajo este nuevo disfraz el gran rebelde continúa llevando adelante la
guerra que empezó en el cielo y que se prosigue en la tierra desde
hace unos seis mil años.
Muchos tratan de explicar las manifestaciones espiritistas
atribuyéndolas por completo al fraude y a juego de manos de los
médiums. Pero, si bien es cierto que muchas veces se han hecho pasar
supercherías por verdaderas manifestaciones, no deja de haber habido
también manifestaciones de poder sobrenatural. Los llamamientos
misteriosos con que empezó el espiritismo moderno no fueron resultado
de la superchería o de la astucia humana, sino obra directa de ángeles
malos, que introdujeron así uno de los engaños más eficaces para la
destrucción de las almas. Muchos hombres serán entrampados por la
creencia de que el espiritismo es tan sólo una impostura humana; pero
cuando sean puestos en presencia de manifestaciones cuyo carácter
sobrenatural no pueda negarse, serán seducidos y obligados a
aceptarlas como revelación del poder divino.
Estas personas no toman en cuenta el testimonio de las Santas
Escrituras respecto a los milagros de Satanás y de sus agentes. No fue
sino mediante la ayuda de Satanás que los nigromantes de Faraón
pudieron imitar la acción de Dios. Pablo declara que antes de la
segunda venida de Cristo habrá manifestaciones análogas del poder
satánico. La venida del Señor debe ser precedida de la "operación de
Satanás, con todo poder, y con señales, y con maravillas mentirosas, y
con todo el artificio de la injusticia." 2 Tesalonicenses 2:9, 10. Y
el apóstol Juan, describiendo el poder milagroso que se ha de dar a
conocer en los últimos días, declara: "Obra grandes prodigios, de tal
modo que hace descender fuego del cielo a la tierra, a la vista de los
hombres. Y engaña a los que habitan sobre la tierra, por medio de las
señales que se le ha dado poder de hacer." Apocalipsis 13:13, 14. Lo
que se predice aquí no es una simple impostura. Los hombres serán
engañados por los milagros que los agentes de Satanás no sólo
pretenderán hacer, sino que de hecho tendrán poder para realizar.
El príncipe de las tinieblas, que por tanto tiempo ha estado empleando
los poderes de su inteligencia superior en la obra de engaño, adapta
hábilmente sus tentaciones a los hombres de todas las clases y
condiciones. A las personas cultas y refinadas les presenta el
espiritismo bajo sus aspectos más sutiles e intelectuales, y así
consigue atraer a muchos a sus redes. La sabiduría que comunica el
espiritismo es la que describe el apóstol Santiago, la cual "no es la
que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica." Santiago
3:15. Y esto es, precisamente, lo que encubre el gran seductor cuando
el sigilo es lo que más conviene a sus fines. El que, vestido con el
brillo de celestiales serafines, pudo aparecer ante Cristo para
tentarle en el desierto, suele presentarse también a los hombres del
modo más atractivo, cual si fuere ángel de luz. Apela a la razón por
la presentación de temas elevados; deleita los sentidos con escenas
que cautivan y conquistan los afectos por medio de imágenes elocuentes
de amor y caridad. Excita la imaginación en sublimes arrebatos e
induce a los hombres a enorgullecerse tanto de su propia sabiduría,
que en el fondo de su corazón desprecian al Dios eterno. Ese ser
poderoso que pudo transportar al Redentor del mundo a un altísimo
monte y poner ante Su vista todos los reinos y la gloria de la tierra,
presentará sus tentaciones a los hombres y pervertirá los sentidos de
todos los que no estén protegidos por el poder divino.
Satanás seduce hoy día a los hombres como sedujo a Eva en el Edén,
lisonjeándolos, alentando en ellos el deseo de conocimientos
prohibidos y despertando en ellos la ambición de exaltarse a sí
mismos. Fue alimentando esos males como cayó él mismo, y por ellos
trata de acarrear la ruina de los hombres. "Y seréis como Dios—dijo
él,—conocedores del bien y del mal." Génesis 3:5. El espiritismo
enseña "que el hombre es un ser susceptible de adelanto; que su
destino consiste en progresar desde su nacimiento, aun hasta la
eternidad, hacia la divinidad." Y además que "cada inteligencia se
juzgará a sí misma y no será juzgada por otra." "El juicio será justo,
porque será el juicio que uno haga de sí mismo.... El tribunal está
interiormente en vosotros." Un maestro espiritista dijo cuando "la
conciencia espiritual" se despertó en él: "Todos mis semejantes eran
semidioses no caídos." Y otro dice: "Todo ser justo y perfecto es
Cristo."
Así, en lugar de la justicia y perfección del Dios infinito que es el
verdadero objeto de la adoración; en lugar de la justicia perfecta de
la ley, que es el verdadero modelo de la perfección humana, Satanás ha
colocado la naturaleza pecadora del hombre sujeto al error, como único
objeto de adoración, única regla del juicio o modelo del carácter. Eso
no es progreso, sino retroceso.
Hay una ley de la naturaleza intelectual y espiritual según la cual
modificamos nuestro ser mediante la contemplación. La inteligencia se
adapta gradualmente a los asuntos en que se ocupa. Se asimila lo que
se acostumbra a amar y a reverenciar. Jamás se elevará el hombre a
mayor altura que a la de su ideal de pureza, de bondad o de verdad. Si
se considera a sí mismo como el ideal más sublime, jamás llegará a
cosa más exaltada. Caerá más bien en bajezas siempre mayores. Sólo la
gracia de Dios puede elevar al hombre. Si depende de sus propios
recursos, su conducta empeorará inevitablemente.
A los indulgentes consigo mismos, a los amigos del placer, a los
sensuales, el espiritismo se presenta bajo un disfraz menos sutil que
cuando se presenta a gente más refinada e intelectual. En sus formas
groseras, aquéllos encuentran lo que está en armonía con sus
inclinaciones. Satanás estudia todos los indicios de la fragilidad
humana, nota los pecados que cada hombre está inclinado a cometer, y
cuida luego de que no falten ocasiones para que las tendencias hacia
el mal sean satisfechas. Tienta a los hombres para que se excedan en
cosas que son legítimas en sí mismas, a fin de que la intemperancia
debilite sus fuerzas físicas y sus energías mentales y morales. Ha
hecho morir y está haciendo morir miles de personas por la
satisfacción de las pasiones, embruteciendo así la naturaleza humana.
Y para completar su obra, declara por intermedio de los espíritus, que
"el verdadero conocimiento coloca a los hombres por encima de toda
ley;" que "cualquier cosa que sea, es buena;" que "Dios no condena;" y
que "todos los pecados que se cometen se cometen sin envolver
culpabilidad alguna." Cuando la gente es inducida así a creer que el
deseo es ley suprema, que la libertad es licencia y que el hombre no
es responsable más que ante sí mismo, ¿quién puede admirarse de que la
corrupción y la depravación abunden por todas partes? Las multitudes
aceptan con avidez las enseñanzas que les dan libertad para obedecer
los impulsos carnales. Se da rienda suelta a la lujuria y el hombre
pierde el imperio sobre sí mismo; las facultades del espíritu y del
alma son sometidas a los más bestiales apetitos, y Satanás prende
alegremente en sus redes a millares de personas que profesan ser
discípulos de Cristo.
Pero nadie tiene por qué dejarse alucinar por los asertos engañosos
del espiritismo. Dios ha dado a los hombres luz suficiente para que
puedan descubrir la trampa. Como ya lo hemos visto, la teoría que
constituye el fundamento mismo del espiritismo está en plena
contradicción con las declaraciones más terminantes de las Santas
Escrituras. La Biblia declara que los muertos no saben nada, que sus
pensamientos han perecido; no tienen parte en nada de lo que se hace
bajo el sol; no saben nada de las dichas ni de las penas de los que
les eran más caros en la tierra.
Además, Dios ha prohibido expresamente toda supuesta comunicación con
los espíritus de los muertos. En tiempo de los hebreos había una clase
de personas que pretendía, como los espiritistas de nuestros días,
sostener comunicaciones con los muertos. Pero la Biblia declara que
los "espíritus," como se solía llamar a los visitantes de otros
mundos, son "espíritus de demonios." (Compárese Números 25: 1-3; Salmo
106:28; 1 Corintios 10:20; Apocalipsis 16:14.) La costumbre de tratar
con espíritus o adivinos fue declarada abominación para el Señor y era
solemnemente prohibida so pena de muerte. Levítico 19:31; 20:27. Aun
el nombre de la hechicería es objeto de desprecio en la actualidad. El
aserto de que los hombres pueden tener comunicación con malos
espíritus es considerado como una fábula de la Edad Media. Pero el
espiritismo, que cuenta con centenares de miles y hasta con millones
de adherentes, que se ha abierto camino entre las sociedades
científicas, que ha invadido iglesias y que ha sido acogido con favor
entre los cuerpos legislativos y hasta en las cortes de los reyes—este
engaño colosal no es más que la reaparición, bajo un nuevo disfraz, de
la hechicería condenada y prohibida en la antigüedad.
Si no existiera otra evidencia tocante a la naturaleza real del
espiritismo, debería bastar a todo cristiano el hecho de que los
espíritus no hacen ninguna diferencia entre lo que es justo y lo que
es pecado, entre el más noble y puro de los apóstoles de Cristo y los
más degradados servidores de Satanás. Al representar al hombre más vil
como si estuviera altamente exaltado en el cielo, es como si Satanás
declarara al mundo: "No importa cuán malos seáis; no importa que
creáis o no en Dios y en la Biblia. Vivid como gustéis, que el cielo
es vuestro hogar." Los maestros espiritistas declaran virtualmente:
"Todo aquel que obra mal es bueno a los ojos de Jehová, y El se
complace en los tales; o si no, ¿dónde está el Dios de juicio?"
Malaquías, 2:17. La Palabra de Dios dice: "¡Ay de los que llaman a lo
malo bueno, y a lo bueno malo; que ponen tinieblas por luz, y luz por
tinieblas!" Isaías 5:20.
Esos espíritus mentirosos representan a los apóstoles como
contradiciendo lo que escribieron bajo la inspiración del Espíritu
Santo durante su permanencia en la tierra. Niegan el origen divino de
la Biblia, anulan así el fundamento de la esperanza cristiana y apagan
la luz que revela el camino hacia el cielo. Satanás hace creer al
mundo que la Biblia no es más que una ficción, o cuando mucho un libro
apropiado para la infancia de la raza, del que se debe hacer poco caso
ahora, o ponerlo a un lado por anticuado. Y para reemplazar la Palabra
de Dios ese mismo Satanás ofrece sus manifestaciones espiritistas.
Estas están enteramente bajo su dirección y mediante ellas puede hacer
creer al mundo lo que quiere. Pone en la obscuridad, precisamente
donde le conviene que esté, el Libro que le debe juzgar a él y a sus
siervos y hace aparecer al Salvador del mundo como un simple hombre.
Así como la guardia romana que vigilaba la tumba de Jesús difundió la
mentira que los sacerdotes y los ancianos insinuaron para negar Su
resurrección, así también los que creen en las manifestaciones
espiritistas tratan de hacer creer que no hay nada milagroso en las
circunstancias que rodearon la vida de Jesús. Después de procurar así
que la gente no vea a Jesús, le llaman la atención hacia sus propios
milagros y los declaran muy superiores a las obras de Cristo.
Es cierto que el espiritismo está mudando actualmente sus formas, y
echando un velo sobre algunos de sus rasgos más repulsivos, reviste un
disfraz cristiano. Pero sus declaraciones hechas desde la tribuna y en
la prensa han sido conocidas por el público desde hace muchos años, y
revelan su carácter verdadero. Esas enseñanzas no pueden ser negadas
ni encubiertas.
Hasta en su forma actual, lejos de ser más tolerable, el espiritismo
es en realidad más peligroso que anteriormente, debido a la mayor
sutileza de su engaño. Mientras años atrás atacaba a Cristo y la
Biblia, declara ahora que acepta a ambos. Pero su interpretación de la
Biblia está calculada para agradar al corazón irregenerado, al paso
que anula el efecto de sus verdades solemnes y vitales. Los
espiritistas hacen hincapié en el amor como si fuese atributo
principal de Dios, pero lo rebajan hasta hacer de El un
sentimentalismo enfermizo y hacen poca distinción entre el bien y el
mal. La justicia de Dios, Su reprobación del pecado, las exigencias de
Su santa ley, todo eso lo pierden de vista. Enseñan al pueblo a que
mire el Decálogo como si fuera letra muerta. Fábulas agradables y
encantadoras cautivan los sentidos e inducen a los hombres a que
rechacen la Biblia como fundamento de su fe. Se niega a Cristo tan
descaradamente como antes; pero Satanás ha cegado tanto al pueblo que
no discierne el engaño.
Pocas son las personas que tienen justo concepto del poder engañoso
del espiritismo y del peligro que hay en caer bajo su influencia.
Muchas personas juegan con él sin otro objeto que el de satisfacer su
curiosidad. No tienen fe verdadera en él y se llenarían de horror al
pensar en abandonarse al dominio de los espíritus. Pero se aventuran
en terreno vedado y el poderoso destructor ejerce su poder sobre ellos
contra su voluntad. Pero una vez que los induce a abandonar sus
inteligencias a su dirección, los mantiene cautivos. Es imposible que
con su propia fuerza rompan el encanto hechicero y seductor. Sólo el
poder de Dios otorgado en contestación a la fervorosa oración de fe,
puede libertar a esas almas prisioneras.
Todos aquellos que conservan y cultivan rasgos pecaminosos de
carácter, o que fomentan un pecado conocido, atraen las tentaciones de
Satanás. Se separan de Dios y de la protección de sus ángeles, y
cuando el maligno les tiende sus redes quedan indefensos y se
convierten en fácil presa. Los que de tal suerte se abandonan al poder
satánico no comprenden adónde los llevará su conducta. Pero, después
de haberlos subyugado por completo, el tentador los empleará como
agentes para empujar a otros a la ruina.
El profeta Isaías dice: "Y cuando os dijeren: Acudid a los espíritus y
a los adivinos, que chirrían y mascullan; responded: ¿No debe un
pueblo acudir más bien a su Dios? ¿por los vivos acaso se ha de acudir
a los muertos? ¡A la ley y al testimonio! si no hablaren conforme a
esta palabra, son aquellos para quienes no ha amanecido." Isaías 8:19,
20. Si los hombres hubiesen querido recibir la verdad tan claramente
expresada en las Santas Escrituras, referente a la naturaleza del
hombre y al estado de los muertos, reconocerían en las declaraciones y
manifestaciones del espiritismo la operación de Satanás con poder y
con prodigios mentirosos. Pero en vez de renunciar a la libertad tan
cara al corazón pecaminoso y a sus pecados favoritos, la mayoría de
los hombres cierra los ojos a la luz y sigue adelante sin cuidarse de
las advertencias, mientras Satanás tiende sus lazos en torno de ellos
y los hace presa suya. "Por cuanto no admitieron el amor de la verdad,
para que fuesen salvos, . . . Dios les envía la eficaz operación de
error, a fin de que crean a la mentira. "2 Tesalonicenses 2:10,
11.
Los que se oponen a las enseñanzas del espiritismo atacan no sólo a
los hombres, sino también a Satanás y a sus ángeles. Han emprendido la
lucha contra principados, potestades y malicias espirituales en los
aires. Satanás no cederá una pulgada de terreno mientras no sea
rechazado por el poder de mensajeros celestiales. El pueblo de Dios
debe hacerle frente como lo hizo nuestro Salvador, con las palabras:
"Escrito está." Satanás puede hoy citar las Santas Escrituras como en
tiempo de Cristo, y volverá a pervertir las enseñanzas de ellas para
sostener sus engaños. Los que quieran permanecer firmes en estos
tiempos de peligro deben comprender por sí mismos el testimonio de las
Escrituras.
Muchos tendrán que vérselas con espíritus de demonios que
personificarán a parientes o amigos queridos y que proclamarán las
herejías más peligrosas. Estos espíritus apelarán a nuestros más
tiernos sentimientos de simpatía y harán milagros con el fin de
sostener sus asertos. Debemos estar listos para resistirles con la
verdad bíblica de que los muertos no saben nada y de que los que
aparecen como tales son espíritus de demonios.
Es inminente "la hora de la tentación que ha de venir en todo el
mundo, para probar a los que moran en la tierra." Apocalipsis 3:10.
Todos aquellos cuya fe no esté firmemente cimentada en la Palabra de
Dios serán engañados y vencidos. La operación de Satanás es "con todo
el artificio de la injusticia" a fin de alcanzar dominio sobre los
hijos de los hombres; y sus engaños seguirán aumentando. Pero sólo
puede lograr sus fines cuando los hombres ceden voluntariamente a sus
tentaciones. Los que busquen sinceramente el conocimiento de la
verdad, y se esfuercen en purificar sus almas mediante la obediencia,
haciendo así lo que pueden en preparación para el conflicto,
encontrarán seguro refugio en el Dios de verdad. "Por cuanto has
guardado la palabra de Mi paciencia, Yo también te guardaré" (Ver.
10), es la promesa del Salvador. El enviaría a todos los ángeles del
cielo para proteger a Su pueblo antes que permitir que una sola alma
que confíe en El sea vencida por Satanás.
El profeta Isaías describe el terrible engaño que seducirá a los
impíos y les hará creerse al amparo de los juicios de Dios: "Hemos
hecho pacto con la muerte, y con el infierno tenemos hecho convenio;
cuando pasare el azote, cual torrente, no nos alcanzará; porque hemos
puesto las mentiras por nuestro refugio, y entre los embustes nos
hemos escondido." Isaías 28:15. En la categoría de personas así
descritas se encuentran los que en su impenitencia y obstinación se
consuelan con la seguridad de que no habrá castigo para el pecador, de
que todos los miembros de la humanidad, por grande que sea su
corrupción, serán elevados hasta el cielo para volverse como ángeles
de Dios. Pero hay otros quienes de modo mucho más aparente están
haciendo un pacto con la muerte y un convenio con el infierno. Son los
que renuncian a las verdades que Dios dio como defensa para los justos
en el día de congoja, y aceptan el falso refugio ofrecido en su lugar
por Satanás, o sea los asertos mentirosos del espiritismo.
La obcecación de los hombres de esta generación es indeciblemente
sorprendente. Miles de personas rechazan la Palabra de Dios como si no
mereciese fe, mientras aceptan con absoluta confianza los engaños de
Satanás. Los incrédulos y escarnecedores denuncian el fanatismo, como
lo llaman, de los que luchan por la fe de los profetas y de los
apóstoles, y se divierten ridiculizando las solemnes declaraciones de
las Santas Escrituras referentes a Cristo, al plan de salvación y a la
retribución que espera a los que rechazan la verdad. Fingen tener gran
lástima por espíritus tan estrechos, débiles y supersticiosos, que
acatan los mandatos de Dios y satisfacen las exigencias de Su ley.
Hacen alarde de tanto descaro como si en realidad hubiesen hecho un
pacto con la muerte y un convenio con el infierno —como si hubiesen
elevado una barrera insalvable e indestructible entre ellos y la
venganza de Dios. Nada puede despertar sus temores. Se han sometido
tan completamente al tentador, están tan ligados a él y tan dominados
por su espíritu, que no tienen ni fuerza ni deseos para escapar de su
lazo.
Satanás ha estado preparándose desde hace tiempo para su último
esfuerzo para engañar al mundo. El cimiento de su obra lo puso en la
afirmación que hiciera a Eva en el Edén: "De seguro que no moriréis."
"En el día que comiereis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis
como Dios, conocedores del bien y del mal." Génesis 3:4, 5. Poco a
poco Satanás ha preparado el camino para su obra maestra de seducción:
el desarrollo del espiritismo. Hasta ahora no ha logrado realizar
completamente sus designios; pero lo conseguirá en el poco tiempo que
nos separa del fin. El profeta dice: "Y vi . . . tres espíritus
inmundos, como ranas: . . . son espíritus de demonios, que obran
prodigios; los cuales salen a los reyes de todo el mundo habitado, a
juntarlos para la guerra del gran día del Dios Todopoderoso."
Apocalipsis 16:13, 14. Todos menos los que estén protegidos por el
poder de Dios y la fe en Su Palabra, se verán envueltos en ese engaño.
Los hombres se están dejando adormecer en una seguridad fatal y sólo
despertarán cuando la ira de Dios se derrame sobre la tierra.
Dios, el Señor, dice: "También pondré el juicio por cordel, y la
justicia por plomada; y la granizada barrerá el refugio de mentiras, y
las aguas arrebatarán vuestro escondrijo. Asimismo vuestro pacto con
la muerte será anulado, y vuestro convenio con el infierno no quedará
en pie: cuando pasare el azote, cual torrente, vosotros seréis
hollados de este invasor." Isaías 28:17, 18.
El MISTERIO DE LA MUERTE
No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga
antes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de
perdición, Oponiéndose, y levantándose contra todo lo que se llama
Dios, ó que se adora; tanto que se asiente en el templo de Dios como
Dios, haciéndose parecer Dios. . . . Porque ya está obrando el
misterio de iniquidad...Y entonces será manifestado aquel inicuo, al
cual el Señor . . . destruirá con el resplandor de su venida; ... Y
con todo engaño de iniquidad en los que perecen; por cuanto no
recibieron el amor de la verdad para ser salvos. 2 Tesalonicenses
2:3-10.
"Y fué vista otra señal en el cielo: y he aquí un grande dragón
bermejo, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas
siete diademas. Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas
del cielo, y las echó en tierra. Y el dragón se paró delante de la
mujer que estaba para parir, á fin de devorar á su hijo cuando hubiese
parido." Apocalipsis 12:3-4.
"Y vi una de sus cabezas como herida de muerte, y la llaga de su
muerte fué curada: y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia."
Apocalipsis 13:3:
"El que lleva en cautividad, va en cautividad: el que á cuchillo
matare, es necesario que á cuchillo sea muerto. Aquí está la paciencia
y la fe de los santos." Apocalipsis 13:10: