La Biblia es una tesorería de verdades preciosas. Cuán agradecidos
debemos estar que tenemos tal información, para leer y estudiar. En
este capítulo, Ud. aprenderá una parte del plan de Dios para restaurar
a su pueblo las verdades por tanto tiempo olvidadas, que tanto
necesitamos hoy.
Nuestro Dios es un Dios poderoso–y al estudiar su Palabra y confiar en
que nos guiará, él nos abrirá las sendas que nos llevarán hasta la
ciudad del gran Rey–a ese maravilloso hogar que él está preparando
para nosotros—
LA OBRA de reforma tocante al sábado como día santificado de descanso
que debía cumplirse en los últimos días está predicha en la profecía
de Isaías 56: "Así dijo Jehová: Guardad derecho y haced justicia:
porque cercana está mi salud para venir, y mi justicia para
manifestarse. Bienaventurado el hombre que esto hiciere, y el hijo del
hombre que esto abrazare: que guarda el sábado de profanarlo, y que
guarda su mano de hacer todo mal." "A los hijos de los extranjeros que
se llegaren a Jehová para ministrarle, y que amaren el nombre de
Jehová para ser sus siervos: todos los que guardaren el sábado de
profanarlo, y abrazaren mi pacto, yo los llevaré al monte de mi
santidad, y los recrearé en mi casa de oración." Isaías 56:1, 2, 6,
7.
Estas palabras se aplican a la dispensación cristiana, como se ve por
el contexto: "Dice Jehová el Señor, el que recoge los dispersos de
Israel: Juntaré a él otros todavía, además de los suyos que están ya
recogidos." Isaías 56:8. Aquí está anunciada de antemano la reunión de
los gentiles por medio del Evangelio. Y una bendición se promete a
aquellos que honren entonces el sábado. Así que la obligación del
cuarto mandamiento se extiende más acá de la crucifixión, de la
resurrección y ascensión de Cristo, hasta cuando sus siervos debían
predicar a todas las naciones el mensaje de las buenas nuevas.
El Señor manda por el mismo profeta: "Ata el rollo del testimonio, y
sella la ley entre mis discípulos." Isaías 8:16. El sello de la ley de
Dios se encuentra en el cuarto mandamiento. Este es el único de los
diez mandamientos que contiene tanto el nombre como el título del
Legislador. Declara que es el Creador del cielo y de la tierra, y
revela así el derecho que tiene para ser reverenciado y adorado sobre
todos los demás. Aparte de este precepto, no hay nada en el Decálogo
que muestre qué autoridad fue la que promulgó la ley. Cuando el día de
reposo fue cambiado por el poder del papa, se le quitó el sello a la
ley. Los discípulos de Jesús son llamados a restablecerlo elevando el
sábado del cuarto mandamiento a su lugar legítimo como institución
conmemorativa del Creador y signo de su autoridad.
"¡A la ley y al testimonio!" Aunque abundan las doctrinas y teorías
contradictorias, la ley de Dios es la regla infalible por la cual debe
probarse toda opinión, doctrina y teoría. El profeta dice: "Si no
hablaren conforme a esta palabra, son aquellos para quienes no ha
amanecido." Isaías 8:20.
También se da la orden: "¡Clama a voz en cuello, no te detengas!
¡eleva tu voz como trompeta! ¡declara a mi pueblo su transgresión, a
la casa de Jacob sus pecados!" Los que deben ser reconvenidos a causa
de sus transgresiones no son los que constituyen el mundo impío, sino
aquellos a quienes el Señor designa como "mi pueblo." Dios dice
además: "Y con todo, me buscan de día en día, y tienen deleite en
aprender mis caminos, como si fuera nación que obra justicia, y que no
abandona la ley de su Dios." Isaías 58:1, 2. Aquí se nos presenta a
una clase de personas que se creen justas y parecen manifestar gran
interés en el servicio de Dios; pero la severa y solemne censura del
Escudriñador de corazones prueba que están pisoteando los preceptos
divinos.
El profeta nos muestra la ordenanza que ha sido olvidada: "Los
cimientos de generación y generación levantarás: y serás llamado
reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar. Si
retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y
al sábado llamares delicias, santo, glorioso de Jehová; y lo
venerares, no haciendo tus caminos, ni buscando tu voluntad, ni
hablando tus palabras; entonces te deleitarás en Jehová." Vers. 12-14.
Esta profecía se aplica también a nuestro tiempo. La brecha fue hecha
en la ley de Dios cuando el sábado fue cambiado por el poder romano .
Pero ha llegado el tiempo en que esa institución divina debe ser
restaurada. La brecha debe ser reparada, y levantados los cimientos de
muchas generaciones.
Santificado por el reposo y la bendición del Creador, el sábado fue
guardado por Adán en su inocencia en el santo Edén; por Adán, caído
pero arrepentido, después que fuera arrojado de su feliz morada. Fué
guardado por todos los patriarcas, desde Abel hasta el justo Noé,
hasta Abrahán y Jacob. Cuando el pueblo escogido estaba en la
esclavitud de Egipto, muchos, en medio de la idolatría imperante,
perdieron el conocimiento de la ley de Dios, pero cuando el Señor
libró a Israel, proclamó su ley con terrible majestad a la multitud
reunida para que todos conociesen su voluntad y le temiesen y
obedeciesen para siempre.
Desde aquel día hasta hoy, el conocimiento de la ley de Dios se ha
conservado en la tierra, y se ha guardado el sábado del cuarto
mandamiento. A pesar de que el "hombre de pecado" logró pisotear el
día santo de Dios hubo, aun en la época de su supremacía, almas fieles
escondidas en lugares secretos, que supieron honrarlo. Desde la
Reforma, hubo en cada generación algunas almas que mantuvieron viva su
observancia. Aunque fue a menudo en medio de oprobios y persecuciones,
nunca se dejó de rendir testimonio constante al carácter perpetuo de
la ley de Dios y a la obligación sagrada del sábado de la
creación.
Estas verdades, tal cual están presentadas en Apocalipsis 14, en
relación con el "evangelio eterno," serán lo que distinga a la iglesia
de Cristo cuando el aparezca. Pues, como resultado del triple mensaje,
se dice: "Aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe
de Jesús." Y éste es el último mensaje que se ha de dar antes que
venga el Señor. Inmediatamente después de su proclamación, el profeta
vio al Hijo del Hombre venir en gloria para segar la mies de la
tierra.
Los que recibieron la luz relativa al santuario y a la inmutabilidad
de la ley de Dios, se llenaron de alegría y admiración al ver la
belleza y armonía del conjunto de verdad que fue revelado a su
entendimiento. Deseaban que esa luz que tan preciosa les resultaba
fuese comunicada a todos los cristianos, y no podían menos que creer
que la aceptarían con alborozo. Pero las verdades que no podían sino
ponerlos en discordia con el mundo no fueron bienvenidas para muchos
que profesaban ser discípulos de Cristo. La obediencia al cuarto
mandamiento exigía un sacrificio ante el cual la mayoría
retrocedía.
Cuando se presentaban las exigencias del sábado, muchos argüían desde
el punto de vista mundano, diciendo: "Siempre hemos guardado el
domingo, nuestros padres lo guardaron, y muchos hombres buenos y
piadosos han muerto felices observándolo. Si ellos tuvieron razón,
nosotros también la tenemos. La observancia de este nuevo día de
reposo nos haría discrepar con el mundo, y no tendríamos influencia
sobre él. ¿Qué puede esperar hacer un pequeño grupo de observadores
del séptimo día contra todo el mundo que guarda el domingo? Con
argumentos semejantes procuraron los judíos justificar la manera en
que rechazaron a Cristo. Sus padres habían agradado a Dios
presentándole ofrendas y sacrificios, ¿por qué no alcanzarían los
hijos salvación siguiendo el mismo camino? Así también, en días de
Lutero, los papistas decían que cristianos verdaderos habían muerto en
la fe católica, y que por consiguiente esa religión bastaba para
salvarse. Este modo de argumentar iba a resultar en verdadero
obstáculo para todo progreso en la fe en la práctica de la
religión.
Muchos insistían en que la observancia del domingo había sido una
doctrina establecida y una costumbre muy general de la iglesia durante
muchos siglos. Contra este argumento se adujo el de que el sábado y su
observancia eran más antiguos y se habían generalizado más; que eran
tan antiguos como el mismo mundo, y que llevaban la sanción de los
ángeles y de Dios. Cuando fueron puestos los fundamentos de la tierra,
cuando los astros de la mañana alababan a una, y se regocijaban todos
los hijos de Dios, entonces fue puesto el fundamento del sábado. Job
38:6, 7; Génesis 2:13. Bien puede esta institución exigir nuestra
reverencia: no fue ordenada por ninguna autoridad humana, ni descansa
sobre ninguna tradición humana; fue establecida por el Anciano de días
y ordenada por su Palabra eterna.
Cuando se llamó la atención de la gente a la reforma tocante al
sábado, sus ministros pervirtieron la Palabra de Dios, interpretándola
del modo que mejor tranquilizara los espíritus inquisitivos. Y los que
no escudriñaban las Escrituras por sí mismos se contentaron con
aceptar las conclusiones que estaban en conformidad con sus deseos.
Mediante argumentos y sofismas, con las tradiciones de los padres y la
autoridad de la iglesia, muchos trataron de echar abajo la verdad.
Pero los defensores de ella recurrieron a la Biblia para defender la
validez del cuarto mandamiento. Humildes cristianos, armados con sólo
la Palabra de verdad, resistieron los ataques de hombres de saber,
que, con sorpresa e ira, tuvieron que convencerse de la ineficacia de
sus elocuentes sofismas ante los argumentos sencillos y contundentes
de hombres versados en las Sagradas Escrituras más bien que en las
sutilezas de las escuelas.
A falta de testimonio bíblico a su favor, muchos, olvidando que el
mismo modo de argumentar había sido empleado contra Cristo y sus
apóstoles, decían con porfiado empeño: "¿Por qué nuestros hombres
ilustres no entienden esta cuestión del sábado? Pocos creen como
vosotros. Es imposible que tengáis razón, y que todos los sabios del
mundo estén equivocados."
Para refutar semejantes argumentos bastaba con citar las enseñanzas de
las Santas Escrituras y la historia de las dispensaciones del Señor
para con su pueblo en todas las edades. Dios obra por medio de los que
oyen su voz y la obedecen, de aquellos que en caso necesario dirán
verdades amargas, aquellos que no temen censurar los pecados
populares. La razón por la cual el no escoge más a menudo a hombres de
saber y encumbrados para dirigir los movimientos de reforma, es porque
confían en sus credos, teorías y sistemas teológicos, y no sienten la
necesidad de ser enseñados por Dios. Sólo aquellos que están en unión
personal con la Fuente de la sabiduría son capaces de comprender o
explicar las Escrituras. Los hombres poco versados en conocimientos
escolásticos son llamados a veces a declarar la verdad, no porque son
ignorantes sino porque son demasiado orgullosos para dejarse enseñar
por Dios. Ellos aprenden en la escuela de Cristo, y su humildad y
obediencia los hace grandes. Al concederles el conocimiento de su
verdad, Dios les confiere un honor en comparación con el cual los
honores terrenales y la grandeza humana son insignificantes.
La mayoría de los que habían esperado el advenimiento de Cristo
rechazó las verdades relativas al santuario y a la ley de Dios, y
muchos renunciaron además a la fe en el movimiento adventista para
adoptar pareceres erróneos y contradictorios acerca de las profecías
que se aplicaban a ese movimiento. Muchos incurrieron en el error de
fijar por repetidas veces una fecha precisa para la venida de Cristo.
La luz que brillaba entonces respecto del asunto del santuario les
habría enseñado que ningún período profético se extiende hasta el
segundo advenimiento; que el tiempo exacto de este acontecimiento no
está predicho. Pero, habiéndose apartado de la luz, se empeñaron en
fijar fecha tras fecha para la venida del Señor, y cada vez fueron
chasqueados.
Cuando la iglesia de Tesalónica adoptó falsas creencias respecto a la
venida de Cristo, el apóstol Pablo aconsejó a los cristianos de dicha
iglesia que examinaran cuidadosamente sus esperanzas y sus deseos por
la Palabra de Dios. Les citó profecías que revelaban los
acontecimientos que debían realizarse antes de que Cristo viniese, y
les hizo ver que no tenían razón alguna para esperarle en su propio
tiempo. "No dejéis que nadie os engañe en manera alguna" 2
Tesalonicenses 2:3, fueron sus palabras de amonestación. Si se
entregaban a esperanzas no sancionadas por las Sagradas Escrituras, se
verían inducidos a seguir una conducta errónea; el chasco los
expondría a la mofa de los incrédulos, correrían peligro de ceder al
desaliento, y estarían tentados a poner en duda las verdades
esenciales para su salvación. La amonestación del apóstol a los
Tesalonicenses encierra una importante lección para los que viven en
los últimos días. Muchos de los que esperaban la venida de Cristo
pensaban que no podían ser celosos y diligentes en la obra de
preparación, a menos que cimentaran su fe en una fecha definida para
esa venida del Señor. Pero como sus esperanzas no fueron estimuladas
una y otra vez sino para ser defraudadas, su fe recibió tales golpes
que llegó a ser casi imposible que las grandes verdades de la profecía
hiciesen impresión en ellos.
La mención de una fecha precisa para el juicio, en la proclamación del
primer mensaje, fue ordenada por Dios. La computación de los períodos
proféticos en que se basa ese mensaje, que colocan el término de los
2,300 días en el otoño de 1,844, puede subsistir sin inconveniente.
Los repetidos esfuerzos hechos con el objeto de encontrar nuevas
fechas para el principio y fin de los períodos proféticos, y los
argumentos para sostener este modo de ver, no sólo alejan de la verdad
presente, sino que desacreditan todos los esfuerzos para explicar las
profecías. Cuanto más a menudo se fije fecha para el segundo
advenimiento, y cuanto mayor sea la difusión recibida por una
enseñanza tal, tanto mejor responde a los propósitos de Satanás. Una
vez transcurrida la fecha, él cubre de ridículo y desprecio a quienes
la anunciaron y echa oprobio contra el gran movimiento adventista de
1,843 y 1,844. Los que persisten en este error llegarán al fin a fijar
una fecha demasiado remota para la venida de Cristo. Ello los
arrullará en una falsa seguridad, y muchos sólo se desengañarán cuando
sea tarde.
La historia del antiguo Israel es un ejemplo patente de lo que
experimentaron los adventistas. Dios dirigió a su pueblo en el
movimiento adventista, así como sacó a los israelitas de Egipto.
Cuando el gran desengaño, su fe fue probada como lo fue la de los
Hebreos cerca del Mar Rojo. Si hubiesen seguido confiando en la mano
que los había guiado y que había estado con ellos hasta entonces,
habrían visto la salvación de Dios. Si todos los que habían trabajado
unidos en la obra de 1,844 hubiesen recibido el mensaje del tercer
ángel, y lo hubiesen proclamado en el poder del Espíritu Santo, el
Señor habría actuado poderosamente por los esfuerzos de ellos.
Raudales de luz habrían sido derramados sobre el mundo. Años haría que
los habitantes de la tierra habrían sido avisados, la obra final se
habría consumado, y Cristo habría venido para redimir a su pueblo.
No era voluntad de Dios que Israel peregrinase durante cuarenta años
en el desierto; lo que el quería era conducirlo a la tierra de Canaán
y establecerlo allí como pueblo santo y feliz. Pero "no pudieron
entrar a causa de incredulidad." Hebreos 3:19. Perecieron en el
desierto a causa de su apostasía, y otros fueron suscitados para
entrar en la tierra prometida. Asimismo, no era la voluntad de Dios
que la venida de Cristo se dilatara tanto, y que su pueblo
permaneciese por tantos años en este mundo de pecado e infortunio.
Pero la incredulidad lo separó de Dios. Como se negara a hacer la obra
que le había señalado, otros fueron los llamados para proclamar el
mensaje. Por misericordia para con el mundo, Jesús retarda su venida
para que los pecadores tengan oportunidad de oír el aviso y de
encontrar amparo en el antes que se desate la ira de Dios.
Hogaño como antaño, la predicación de una verdad que reprueba los
pecados y los errores del tiempo, despertará oposición. "Porque todo
aquel que obra el mal, odia la luz, y no viene a la luz, para que sus
obras no sean reprendidas." Juan 3:20. Cuando los hombres ven que no
pueden sostener su actitud por las Sagradas Escrituras, muchos
resuelven sostenerla a todo trance, y con espíritu malévolo atacan el
carácter y los motivos de los que defienden las verdades que no son
populares. Es la misma política que se siguió en todas las edades.
Elías fue acusado de turbar a Israel, Jeremías lo fue de traidor, y
Pablo de profanador del templo. Desde entonces hasta ahora, los que
quisieron ser leales a la verdad fueron denunciados como sediciosos,
herejes o cismáticos. Multitudes que son demasiado descreídas para
aceptar la palabra segura de la profecía, aceptarán con ilimitada
credulidad la acusación dirigida contra los que se atreven a reprobar
los pecados de moda. Esta tendencia irá desarrollándose más y más. Y
la Biblia enseña a las claras que se va acercando el tiempo en que las
leyes del estado estarán en tal contradicción con la ley de Dios, que
quien quiera obedecer a todos los preceptos divinos tendrá que
arrostrar censuras y castigos como un malhechor.
En vista de esto, ¿cuál es el deber del mensajero de la verdad?
¿Llegará tal vez a la conclusión de que no se debe predicar la verdad,
puesto que a menudo no produce otro efecto que el de empujar a los
hombres a burlar o resistir sus exigencias? No; el hecho de que el
testimonio de la Palabra de Dios despierte oposición no le da motivo
para callarlo, como no se lo dio a los reformadores anteriores. La
confesión de fe que hicieron los santos y los mártires fue registrada
para beneficio de las generaciones venideras. Los ejemplos vivos de
santidad y de perseverante integridad llegaron hasta nosotros para
inspirar valor a los que son llamados ahora a actuar como testigos de
Dios. Recibieron gracia y verdad, no para sí solos, sino para que, por
intermedio de ellos, el conocimiento de Dios iluminase la tierra. ¿Ha
dado Dios luz a sus siervos en esta generación? En tal caso deben
dejarla brillar para el mundo.
Antiguamente el Señor declaró a uno que hablaba en su nombre: "La casa
de Israel empero no querrá escucharte a ti, porque no quieren
escucharme a mí." Sin embargo, dijo: "Les hablarás mis palabras, ora
que oigan, ora que dejen de oír." Ezequiel 3:7; 2:7. Al siervo de Dios
en nuestros días se dirige la orden: "¡Eleva tu voz como trompeta!
¡declara a mi pueblo su transgresión, a la casa de Jacob sus
pecados!"
En la medida de sus oportunidades, pesa sobre todo aquel que recibió
la verdad la misma solemne y terrible responsabilidad que pesara sobre
el profeta a quien el Señor dijo: "Hijo del Hombre, yo te he puesto
por atalaya a la casa de Israel; por tanto, oirás de mi boca la
palabra, y les amonestarás de mi parte. Cuando yo digo al inicuo: ¡Oh
hombre inicuo, ciertamente morirás! si tú no hablas para amonestar al
inicuo de su camino, él, siendo inicuo, en su iniquidad morirá; mas su
sangre yo la demandaré de tu mano. Pero cuando tú hubieres amonestado
al inicuo de su camino, para que se vuelva de él, si no se volviere de
su camino, por su culpa morirá; mas tú has librado a tu alma."
Ezequiel 33:7-9.
El gran obstáculo que se opone a la aceptación y a la proclamación de
la verdad, es la circunstancia de que ella acarrea inconvenientes y
oprobio. Este es el único argumento contra la verdad que sus
defensores no han podido nunca refutar. Pero esto no arredra a los
verdaderos siervos de Cristo. Ellos no esperan hasta que la verdad se
haga popular. Convencidos como lo están de su deber, aceptan
resueltamente la cruz, confiados con el apóstol Pablo en que "lo
momentáneo y leve de nuestra tribulación, nos obra un sobremanera alto
y eterno peso de gloria," "teniendo—como antaño Moisés—por mayores
riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los Egipcios. 2
Corintios 4:17; Hebreos 11:26.
Cualquiera que sea su profesión de fe, sólo los que son esclavos del
mundo en sus corazones obran por política más bien que por principio
en asuntos religiosos. Debemos escoger lo justo porque es justo, y
dejar a Dios las consecuencias. El mundo debe sus grandes reformas a
los hombres de principios, fe y arrojo. Esos son los hombres capaces
de llevar adelante la obra de reforma para nuestra época.
Así dice el Señor: "¡Escuchadme, los que conocéis la justicia, pueblo
en cuyo corazón está mi ley! no temáis el vituperio de los hombres, ni
os acobardéis con motivo de sus ultrajes: porque como a un vestido,
los consumirá la polilla, y, como a lana, los consumirá el gusano; mas
mi justicia durará para siempre, y mi salvación de siglo en siglo."
Isaías 51:7, 8.
EL CICLO SEMANAL
Los escritos de los historiadores, los archivos de los cronógrafos,
los idiomas de la tierra, los calendarios, y la existencia de la raza
judía–todos testifican del hecho que el ciclo semanal en nuestros
calendarios actuales es el mismo que el de los primeros
siglos–regresando hasta el tiempo de Cristo, de Moisés, y más
allá.
En el principio, Dios nos dio el ciclo semanal de siete días, siendo
el sábado el último día. Ese patrón nunca ha cambiado. El séptimo día
de la semana actual es el verdadero sábado de la Biblia. Nuestro
séptimo día es el sábado que Cristo guardó; era el sábado en el tiempo
de Moisés cuando los Diez Mandamientos fueron escritos. Los
historiadores y los científicos están de acuerdo que esto es
verdad.
Si hubiera habido algún cambio en el ciclo semanal, entre el tiempo de
la creación al tiempo de Moisés, habría habido una corrección cuando
los Diez Mandamientos fueron dados a los Hebreos. Desde entonces,
hasta el presente, siempre ha habido Judíos que testifican en cuanto
al verdadero sábado. Es el mismo séptimo día de la semana que está en
nuestros calendarios. Mientras que todas las razas antiguas están
ahora mezcladas, los Judíos se han mantenido separados, así que ellos
pueden testificar que nuestro séptimo día es el sábado de la
Biblia!
El ciclo anual ha sido cambiado. En 1,582, la longitud del año fue
cambiada para incluir el año bisiesto. Este cambio resultó en que
octubre de 1,582 tuvo solamente 21 días! Pero cada semana se mantuvo
lo mismo, de siete días. Al jueves 4 de octubre le siguió el viernes,
15 de octubre. Dios ha protegido divinamente el ciclo semanal a través
de las edades. Si él no hubiera hecho ésto, sería imposible santificar
el sábado, como él lo ha mandado. Pero no tenemos excusa para no
guardarlo, porque él lo ha mandado. El séptimo día es un día santo;
hecho santo por el mandato de Dios. Todos los calendarios están de
acuerdo: el séptimo día es el sábado. El domingo es el primer día de
la semana.
En 108 de los 160 idiomas de la humanidad, el séptimo día es llamado
"el sábado"! Sabía eso? El inglés es uno de los pocos idiomas mayores
en el cual no se le llama "sábado" al séptimo día.
Aquí presento diez ejemplos: Hebreo: Shabbath / Griego: Sabbaton /
Latín: Sabbatum / Arabe: Assabit / Persa: Shambin / Ruso: Subbota /
Hindustánico: Shamba / Francés: Samedi / Italiano: Sabbato / Español:
sábado.
"Calculando los eclipses, puede ser probado que no se ha perdido
tiempo, y que los días de la creación fueron siete, divididos en 24
horas cada uno."–Dr. Hinkley, The Watchman, julio 1926 [Hinkley era un
astrónomo muy conocido].
"La raza humana nunca perdió la secuencia septenaria [siete días] de
los días de la semana, ya que el sábado de estos últimos tiempos nos
viene desde Adán, a través de las edades, sin un solo lapso."–Dr.
Totten, profesor de astronomía de la Universidad de Yale.
"El siete ha sido el número antiguo respetado entre las naciones de la
tierra. Han medido su tiempo por semanas desde el principio. El origen
de ésto es el sábado de Dios, y Moisés ha dado las razones para ello
en sus escritos."–Dr. Lyman Coleman.
"No ha habido ningún cambio en nuestro calendario en los siglos
pasados que haya afectado en ninguna manera el ciclo semanal."–James
Robertson, Director de American Ephemeris, Navy Department, U.S. Naval
Observatory, Washington, D.C., 12 de marzo de 1,932.
"Se puede decir con seguridad que ni un día ha sido perdido desde la
creación, y que aunque ha habido cambios en el calendario, no se ha
quebrado el ciclo semanal."–Dr. Frank Jeffries, Fellow of the Royal
Astronomical Society and Research Director of the Royal Observatory,
Greenwich, England.
Es notable cuán completa es la evidencia Bíblica e histórica
corroborando el hecho de que el sábado de la Biblia nos fue dado por
el Dios del cielo. Guardemos el sábado que Jesús guardó! El adoró en
el sábado de la Biblia, y nunca nos dijo que dejáramos de guardarlo.
Nadie más en la Biblia nos dijo, tampoco. El séptimo día es el sábado,
porque Dios nunca lo cambió.
EL CATOLICISMO DECLARA
"El domingo es una institución Católica, y sus demandas para
observarlo pueden ser defendidas solo sobre principios
Católicos...Desde el principio hasta el fin de la Escritura, no hay un
solo pasaje que garantiza la transferencia de la adoración pública
semanal del último día de la semana al primero."—Catholic Press,
Sidney, Australia, Agosto, 1900.
"El Protestantismo, al desechar la autoridad de la Iglesia
(Católica-Romana), no tiene buenas razones para su teoría del domingo,
y debiera lógicamente guardar el día sábado como día de
descanso."—John Gilmary Shea, en la American Catholic Quarterly
Review, enero 1883.
"Está bien recordar a los Presbiterianos, Bautistas, Metodistas y a
todos los demás cristianos, que la Biblia no los apoya en ningún lugar
en su observancia del domingo. El domingo es una institución de la
Iglesia Católica Romana. Ya que los que observan ese día observan un
mandamiento de la Iglesia Católica."—Sacerdote Brady, en un Discurso
reportado en "The Elizabeth, N.J. News" del 18 de Marzo de 1903.
"Pregunta—¿Tienen ustedes otra forma para probar que la Iglesia
(Católica) tiene poder para instituir fiestas como precepto (ordenando
días santos)?
"Respuesta—Si no tuviera ella semejante poder no habría hecho eso en
lo cual todos los modernos religiosos acuerdan con ella; ella no
podría haber sustituído la observancia del domingo, el primer día de
la semana, un cambio para el cual no hay autoridad en la
Escritura."—Stephan Keenan, en Doctrinal Catechism, pág. 176.
"La razón y el sentido común demandan la aceptación de una u otra de
estas alternativas: el Protestantismo y la santificación del sábado o
el Catolicismo y la santificación del domingo. Un compromiso o acuerdo
es imposible.—"The Catholic Mirror, 23 de Diciembre de 1,893.
"Dios dio simplemente a su Iglesia (Católica) el poder de poner a un
lado cualquier día o días, que ella convenientemente juzgara como días
santos. La Iglesia escogió el domingo, el primer día de la semana, y
en el transcurso del tiempo añadió otros días, como días
santos."—Vincent J. Kelly, Forbidden Sunday and Feast-Day Occupations,
p.2.
"Los Protestantes....aceptan el domingo en vez del sábado como el día
para el culto público después que la Iglesia Católica hizo el
cambio...pero la mentalidad protestante no parece reconocer eso al
aceptar la Biblia; al observar el domingo ellos están aceptando la
autoridad del vocero de la Iglesia, el Papa."—"Our Sunday Visitor," 5
de febrero de 1,950.
"Nosotros sostenemos sobre esta tierra el lugar de Dios
Todopoderoso."—Papa Leo XIII, carta encíclica fechada 20 de Junio de
1,894, Las grandes cartas encíclicas de Leo XIII, p. 304.
"No el Creador del universo, en Génesis 2:1-3,—sino la Iglesia
Católica puede reclamar el honor de haberle dado al hombre una pausa
al trabajo cada siete días."—S.C. Mosna, "Stone della Domenica, 1,969,
pp. 366-367.
"El Papa no es solo el representante de Jesucristo, sino Cristo mismo
escondido bajo el velo de la carne."—The Catholic National," Julio
1,895.
"Si los Protestantes siguieran la Biblia, adorarían a Dios en el día
sábado. Al guardar el domingo ellos están siguiendo una ley de la
Iglesia Católica."—Albert Smith, Chancellor of the Archdiocesi of
Baltimore, respondiendo por el cardenal, en una carta fechada el 10 de
febrero de 1,920.
"Nosotros definimos que la Santa Sede Apostólica (el Vaticano) y el
Pontífice Romano tienen la primacía sobre el mundo entero."—Un decreto
del Concilio de Trent, tomado por Philippe Labbe y Gabriel Cossart,
"The Most Holy Councils," col. 1167.
"Fue la lglesia Católica la cual, por autoridad de Jesucristo, la que
transfirió el descanso (del sábado de la Biblia) al domingo...Así la
observancia del domingo por los Protestantes es un homenaje que pagan,
a pesar de ellos mismos, a la autoridad de la Iglesia
(Católica)."—Monsignor Louis Segur Plain Talk about the Protestantism
of Today. p.213.
"Nosotros observamos el domingo en vez del sábado porque la Iglesia
Católica transfirió la solemnidad del sábado al domingo."—Peter
Geiermann, CSSR, A Doctrinal Catechism, 1,957 edition, p. 50.
"Nosotros los Católicos, entonces, tenemos precisamente la misma
autoridad para guardar el domingo como Día Santo en vez del sábado,
que la que tenemos para cualquier otro artículo de nuestro credo, a
saber, la autoridad de la lglesia...Mientras que ustedes que son
Protestantes no tienen realmente la autoridad para ello en lo
absoluto; porque no hay autoridad para ésta (la santidad del domingo)
en la Biblia, y ustedes estarán de acuerdo que no hay tal autoridad en
ninguna otra parte. Ambos, tanto ustedes como nosotros, en realidad,
seguimos la tradición en este asunto; pero la seguimos, creyéndola ser
una parte de la palabra de Dios, y la Iglesia (Católica) ser su
designada guardián e intérprete; ustedes la siguen (la Iglesia
Católica), denunciándola todo el tiempo como falible y guía
traidora.--The Brotherhood of St. Paul, "The Clifton tracts," Volume
4, p, 15.
"La Iglesia cambió la observancia del sábado al domingo por derecho de
la divina, infalible autoridad dada a ella por su fundador,
Jesucristo. Los protestantes, asegurando que la Biblia es la única
guía de fe, no tienen garantía para la observancia del domingo. En
este asunto el Adventista del Séptimo Día es el único protestante que
es consistente."—The Catholic Universe Bulletin, 14 de agosto, 1,942,
p. 4.
La Biblia es nuestra única salvaguardia. Cristo nos ayudará a
obedecerla.
EL PROTESTANTISMO DECLARA
Bautista: "Había y hay un mandamiento acerca de guardar el sábado,
pero ese día sábado no era el domingo. Sin embargo se puede decir, y
con muestra de triunfo, que el sábado fue transferido del séptimo día
al primer día, con todos sus deberes, privilegios y sanciones. Con un
ardiente deseo sobre este tópico, que he estudiado durante muchos
años, yo pregunto, ¿dónde puede el archivo de esta transacción
encontrarse? No en el Nuevo Testamento—ahí no hay nada. No hay
evidencia bíblica del cambio de la institución del séptimo día al
primer día."—Dr. E. I. Hiscox, autor del Baptist Manual.
Congregacionalistas: "Está muy claro que no importa cuán rígidos o
consagrados pasemos el domingo, no estamos guardando el sábado...El
sábado fue fundado sobre un mandamiento específico y divino. No
podemos encontrar un mandamiento específico del domingo...No hay una
sola línea en el Nuevo Testamento que sugiere que incurrimos alguna
pena por violar la supuesta santidad del domingo."—R. W. Dale, en The
Ten Commandments, pp. 106-107.
Iglesia Libre de los Luteranos: "Por cuanto no se pudo producir un
solo lugar en las Sagradas Escrituras que testifique que el Señor
mismo o sus apóstoles ordenaron una transferencia del sábado al
domingo, no fue fácil contestar la pregunta: ¿quién ha transferido el
sábado y quién tiene la autoridad para hacerlo?"—Ceorge Sverdrup, A
New Day.
Episcopal Protestante: "El día ahora ha cambiado del séptimo al primer
día...pero como no encontramos con alguna dirección bíblica tal
cambio, concluímos que fue hecho por la autoridad de la iglesia."—
Explanation of the Catechism.
Bautista: "Las Escrituras no llaman, en ningún lugar, sábado al primer
día de la semana (Sabbath)...No hay autoridad bíblica para hacerlo, ni
por supuesto, alguna obligación bíblica."—The Watchman.
Presbiteriana: "No hay ni una palabra en el Nuevo Testamento sobre la
abstinencia del trabajo en domingo. La observancia del Miércoles de
Ceniza, o Semana Santa, tiene su fundación sobre la misma base que la
observancia del domingo. Al descanso Dominical no entra la ley
divina."—Canon Eyton, Ten Commandments.
Anglicana: "Y en dónde se nos dice en las Escrituras que hemos de
guardar el primer día? Se nos exige que guardemos el séptimo; pero en
ningún lugar se nos exige la observancia del primer día."—Isaac
Williams, Plain Sermons on the Catechism, pp. 334, 336.
Metodista: "Es verdad que no hay un mandato claro y positivo sobre el
bautismo infantil. Ni de guardar el primer día como día santo. Muchos
creen que Cristo cambió el sábado. Pero en sus propias palabras vemos
que no vino con ese propósito. Aquellos que creen que Jesús cambió el
sábado se basan solamente en una suposición."—Amos Binney, Theological
Compendium, pp. 180-181.
Episcopal: "Hemos hecho el cambio del día séptimo al primer día, del
sábado al domingo, sobre la autoridad de la Iglesia Santa, Apostólica
y Católica de Cristo."—Bishop Seymour, Why We Keep Sunday.
Bautista Del Sur: "El nombre sagrado del séptimo día es sábado. Este
hecho es demasiado obvio para refutar (Exodo 20:10)...En este punto
las enseñanzas de la palabra han sido admitidas en todas las
generaciones...Los discípulos nunca aplicaron la ley sabática al
primer día de la semana (esta locura se realizó en un tiempo futuro),
ni pretendieron que el primer día suplantara el séptimo."—Joseph
Judson Taylor, The Sabbatic Question, pp. 14-17, 41.
Congregacionalista Americana: "La noción actual, que Cristo y sus
apóstoles autoritariamente substituyeron el primer día por el séptimo,
es absolutamente sin autoridad en el Nuevo Testamento."—Dr. Lyman
Abbot, Christian Union, Junio 26, 1,890.
Iglesia Cristiana: "Ahora no hay testimonio en todos los oráculos del
cielo que el sábado fue cambiado, o que el ‘Día del Señor vino en su
lugar."—Alexander Campbell, Reporter, 8 de Octubre de 1,921.
Discípulos De Cristo: "No hay autoridad alguna directamente de las
Escrituras designando el primer día como el ‘Día del Señor.’"—Dr. D.H.
Lucas, Christian Oracle, Enero 23 de 1,890.
Bautista: "Se me hace inexplicable que Jesús, durante tres años de
discusiones con sus discípulos, en muchas oportunidades hablando sobre
el sábado, cubriendo sus varios aspectos, librándolos de todo su
brillo falso (tradiciones judías), nunca aludió a la transferencia de
es e día; ni tampoco, durante los cuarenta días después de su
resurrección, lo insinuó. Ni, hasta donde sabemos, el Espíritu
(Santo), que les fue dado para recordar todas las cosas que el les
dijo, haya traído algo a la luz. Ni los apóstoles inspirados, en su
trabajo de la predicación del evangelio y la fundación de iglesias,
aconsejando e instruyendo; discutieron o consideraron este tema.
"Claro, yo sé muy bien que el domingo vino a entrar en la historia
cristiana como un día religioso, como aprendimos de nuestros Padres
Cristianos y otras fuentes. Pero qué lástima que haya venido con una
marca del paganismo y bautizado con el nombre del dios sol, luego
adoptado y santificado por la apostasía papal y legado como algo
sagrado al protestantismo."—Dr. E. T. Hiscox, reportaje sobre su
sermón en la convención Ministerial Bautista en el New York Examiner,
noviembre 16 de 1,893.
La Santidad Dominical no se Exige ni se Practica en la
Biblia
COMO FUE CAMBIADO EL SABADO AL DOMINGO
"Existen pocas cosas que impresionan la mente del estudiante cuidadoso
de la antigua historia eclesiástica con tanta fuerza mas que aquel
período inicial en donde muchas de las corrupciones del cristiano, que
están incorporadas en el sistema romano, se levantaron; sin embargo no
se supone que los originadores de muchas de estas nociones y prácticas
quienes implementaron estos gérmenes de corrupción, anticiparon o se
imaginaron que crecería a ser un sistema vasto y horrible de
superstición y error como la del papado."—John Dowling, History of
Romanism, edición 13a, p. 65.
"Sería un error atribuir (la santificación del domingo) a una decisión
definitiva de los apóstoles. No hay tal decisión mencionada en los
documentos apostólicos (esto es el Nuevo Testamento)."—Antoine
Villien, A History of the Commandments of the Church, 1,915 p. 23.
"Se tiene que confesar que no hay ley en el Nuevo Testamento acerca
del primer día."—McClintock y Strong, "Cyclopedia of Biblical,
Theological and Ecclesiastical Literature," Vol. 9, p. 196.
"Ritos y ceremonias, de los cuales Pablo ni Pedro oyeron hablar,
entraron silenciosamente y clamaron el rango de instituciones divinas.
Oficiales (de la Iglesia) para los cuales los discípulos no hubieran
podido encontrar lugar, y títulos, que para ellos hubieran sido
incomprensibles, empezaron a llamar la atención y a ser designados
como apostólicos."—William D. Killen, The Ancient Church, p. 16.
"Hasta muy entrado el segundo siglo (cien años después de Cristo) no
encontramos la mas leve indicación en nuestras fuentes, que los
Cristianos hayan marcado el domingo por ninguna clase de
abstención."—W. Rordorf, domingo, p. 157.
"El antiguo sábado permaneció y fue observado...por los Cristianos de
la Iglesia oriental (en el área cerca de Palestina) por más de
trescientos años después de la muerte de nuestro Salvador."—A Learned
Treatise of the Sabbath, p. 77.
"Los cristianos modernos que hablan de guardar el domingo como día
‘santo’, como en las sobresalientes ‘Leyes Azules’ de América
colonial, deben saber que como ‘santo’ día de descanso, y cesación de
trabajo y diversiones, el domingo fue desconocido por Jesús...No formó
parte de la enseñanza en la Iglesia primitiva y se volvió ‘sagrado’
solamente en el transcurso del tiempo. Fuera de la Iglesia su
observancia fue legalizada para el Imperio Romano a través de una
serie de decretos, empezando con el famoso decreto de Constantino en
el año 321 D.C., un edicto debido a sus ideas políticas y
sociales."—W. W. Hyde, Paganism to Christianity in the Roman Empire,
1946, p. 257.
"El festival del domingo, como todos los otros días festivos, siempre
fue un mandato de hombre, y no fue la intención de los Apóstoles el
establecer un mandato divino en este respecto, lejos de ellos y de la
Iglesia Apostólica de los primeros siglos de transferir las leyes del
sábado al domingo."—Augustus Neander, an The History of the Christian
Religion and Church, 1,843, p. 186.
"La iglesia (Católica) tomó el escudo de fe pagano contra los
gentiles. Tomó el Panteón Romano (templo a todos sus dioses), y lo
hizo sagrado a todos los mártires; y así es hasta el día de hoy. Tomó
el domingo pagano y lo convirtió en el domingo cristiano...El sol era
el dios principal de los paganos, Balder el Hermoso: el ‘dios blanco’
como lo llamaban los antiguos escandinavos. El sol tiene sus
adoradores en este mismo momento en Persia y otras tierras...De manera
que la Iglesia parece haber dicho, ‘mantengan ese nombre pagano,
seguirá siendo sagrado y santificado.’ Y así el domingo pagano,
dedicado a Balder, se convirtió en el domingo cristiano, sagrado a
Jesús. El sol es un emblema muy adecuado para Jesús. Los Padres a
menudo comparaban a Jesús con el sol; igual que a María con la luna."—
William L. Gildea, "Paschale Gaudium," en The Catholic World," p. 58,
Marzo de 1,894.
"La iglesia hizo un día sagrado del domingo...Mayormente porque era el
festival semanal del sol; -- porque era una política cristiana
definitiva adueñarse de las fiestas paganas tan aceptadas por la gente
por tradición y darles un significado cristiano."—Arthur Weigall, The
Paganism in Our Christianity," 1,928, p. 145
"Los restos del conflicto (entre la religión Cristiana y la Mitriana)
se encontrarán en dos instituciones adoptadas de su rival por la
Cristiandad en el siglo cuarto; los dos días sagrados eran Diciembre
25, ‘Dies Natalis Solis’ (Nacimiento del Sol), como el nacimiento de
Jesús, y domingo, ‘El día Venerable del Sol,’ como Constantino lo
llamó an su edicto del año 321."—Walter Woodburn Hyde, "Paganism To
Christianity in the Roman Empire, p. 60.
"¿No es extraño que el domingo es casi universalmente observado cuando
las Sagradas Escrituras no lo autorizan? Satanás, el gran
falsificador, trabajó a través del ‘misterio de la iniquidad’ para
introducir un sábado falso para reemplazar el verdadero sábado de
Dios. El domingo (como institución Católica) queda lado a lado con
Miércoles de Ceniza, domingo de Ramos, Jueves Santo, Viernes Santo,
domingo de la Resurrección, Corpus Christi, Día de Ia Asunción, Día de
Todos los Santos, Navidad, y una cantidad de días festivos demasiado
numerosos para enumerar. Esta colección de días festivos Católicos
Romanos y días de ayuno son todos hechos por el hombre. Ninguno de
ellos lleva las credenciales divinas del autor de la Palabra."—M.E.
Walsh.
"La adoración al sol fue la más antigua idolatría."— Fausset Bible
Dictionary, p. 666
La adoración al sol fue uno de los componentes mas antiguos de la
religión Romana."—Gaston H. Halsberge, The Cult of Sol Invictus,"
1,972, p. 26.
"Babilonia, la madre de las rameras, derivó muchas de sus enseñanzas
de Roma Pagana y, por ende, de Babilonia. El culto al sol—que llevó a
la observancia del domingo,— fue uno de esos pedacitos del paganismo
que surgió de tradiciones paganas de la antigua Babilonia: La teología
solar de los Caldeos tuvo un efecto decisivo sobre el desarrollo final
del paganismo semítico..(Los llevó a) mirar al sol como poder directo
del sistema cósmico. Desde entonces todos los Baales fueron
convertidos en soles; el sol de por sí siendo el centro motriz de
otras estrellas—eterno e ‘invencible’...Tal fue la forma final
alcanzada por la religión de los Semitas, y luego por los Romanos
cuando levantaron el ‘Sol Invictus’ (el Sol Invencible) al rango de la
divinidad suprema en el Imperio."—Franz F.V.M. Cummont, en Astrology
and Religion Among the Greeks and Romans, p. 55.
"Cuando el cristianismo conquistó a Roma, la estructura eclesiástica
de la iglesia pagana, el título y la vestimenta del ‘pontifex
maximus,’ el culto a la diosa ‘gran madre’ y una multitud de
divinidades,...el gozo o solemnidad de festivales antiguos, y la pompa
de ceremonias inmemoriales, pasaron como sangre material hacia la
nueva religión,—y Roma cautiva, cautivó a su conquistador. Las riendas
y los talentos del gobierno fueron transferidos por un imperio
moribundo a un papado viril."— Durant, Caesar and Christ, p. 672.
"El poder de los Césares vivió de nuevo en el domingo universal de los
Papas."—HG. Guiness, Romanism and the Reformation.
"Como dos ríos sagrados que fluyen del paraíso, la Biblia y las
tradiciones divinas contienen la Palabra de Dios, las gemas preciosas
de la verdad revelada. Aunque estas dos corrientes divinas son de por
si, de acuerdo a sus orígenes divinos, de igual santidad, y ambas
llenas de verdad revelada, sin embargo, de las dos, tradición (los
dichos de los papas y concilios) es para nosotros la más clara y
segura."—Di Bruno, Catholic Belief p. 33.
"Sin duda la primera ley, ya sea eclesiástica o civil, por la cual la
observancia sabática de ese día (domingo) fue ordenada, es el edicto
de Constantino en el año 321 D.C."—Chamber’s Encyclopedia," artículo
"sábado."
Aquí está la primera ley dominical en la historia, un decreto legal
por Constantino I (reinó desde 306 hasta 337 D.C): "En el Venerable
Día del Sol ["Venerable die Solis"--el sagrado día del Sol] que los
magistrados y los que viven en las ciudades, descansen, y que todos
los talleres sean cerrados. En el campo, sin embargo, los agricultores
pueden, libre y legalmente, continuar con sus propósitos; porque
acontece a menudo que ningún otro día es tan adecuado para la siembra
del grano o para plantar la viña; no sea que por descuidar el momento
propicio para tales operaciones perdamos las bendiciones concedidas
por el cielo—dado el 7 día de marzo (321 D.C.) Crispus y Constantino
siendo cónsul cada uno de ellos por segunda vez."--The First Sunday
Law of Constantine I, "Codex Justinianus," lib. 3, tit. 12, 3; trans.
in Phillip Schaff, History of the Christian Church, vol. 3, p.
380.
"Este (decreto de domingo de Constantino de marzo 321) es la ley
dominical ‘paterna’ haciéndole un día de descanso del trabajo. De
aquel tiempo hasta hoy ha habido decretos acerca de la observancia del
domingo que han influenciado profundamente las sociedades Europeas y
Americanas. Cuando la iglesia llegó a ser parte del estado bajo los
emperadores cristianos, la observancia del domingo fue hecha
obligatoria por estatutos civiles, y luego cuando el imperio pasó, la
iglesia, en las manos del papado, la hizo obligatoria por decretos
eclesiásticos y civiles."—Walter W. Hyde, Paganism to Christianity in
the Roman Empire," 1946, p. 261.
"El decreto de Constantino marca el principio de una larga, aunque
intermitente, serie de decretos imperiales en defensa del descanso
Dominical."—Vincent J. Kelly, Forbidden Sunday and Feast-Day
Occupations," 1943, p. 29.
"Constantino trabajó incansablemente durante este tiempo para unir los
adoradores de la antigua religión con los de la nueva en una sola.
Todas sus leyes y sus invenciones fueron dirigidas a promover esta
amalgamación de medios para purificar el paganismo y moderar el
Cristianismo... Con todo, su fundición y mezcla del Cristianismo y
paganismo, nada es más obvio que el nacimiento de esta ley Dominical:
los Cristianos adoraban a su Cristo, los paganos a su dios—sol.—H.G.
Heggtveit, Illustreret Kirkehistorie," 1895, p. 202.
"Si todos los Domingos han de ser observados por los Cristianos en
memoria de la resurrección, entonces cada sábado en memoria de su
entierro sea como una maldición de los judíos."—Pope Sylvester, citado
por S.R.E Humbert en, "Adversus Graecorum Calumnias," en J.P. Migne,
Patrologie, p. 143 [Sylvester (314-337 D.C.) era el Papa en el tiempo
cuando Constantino I era Emperador].
"Todos los elementos en absoluto que fueron ordenados para el sábado
(Bíblico), nosotros los hemos transferido al día del Señor, siendo mas
autoritario, mas respetado y primero en rango, y más honorable que el
sábado judaico"—Bishop Eusebius, citado en J.P. Migne, "Patrolegie, "
p. 23, 1169-1172. (Eusebius of Caesarea fue un líder Católico de alto
rango durante el tiempo de Constantino.)
"Como ya hemos notado, exceptuando a los Cristianos de Roma y
Alejandría, la mayoría de los Cristianos estaban observando el sábado
del séptimo día por lo menos hasta la mitad del quinto siglo (450
D.C.). Los Cristianos Romanos y Alejandrinos estaban entre aquellos
que se convirtieron del paganismo. Empezaron a observar el domingo
como un festival alegre religioso en honor al día de resurrección del
Señor como en la última parte del siglo segundo D.C. Sin embargo no
trataron de enseñar que el Señor o sus Apóstoles lo ordenaran. Es más,
ningún escritor eclesiástico antes de Eusebio de Cesarea en el siglo
cuarto insinuó, siquiera, que Cristo o sus Apóstoles instituyeron la
observancia del primer día de la semana.
"Estos Cristianos Gentiles de Roma y Alejandría empezaron a llamar al
primer día de la semana ‘el día del Señor.’ Esto no era difícil de
aceptar para los paganos del Imperio Romano siendo que ellos (los
paganos), quienes estaban sumergidos en el culto al sol, se referían
al dios—sol como su ‘Señor’."—E.M. Chalmers, How Sunday Came into the
Christian Church," p. 3.
La siguiente declaración fue hecha 100 años después del decreto
pronunciado por Constantino: "Aunque todas las iglesias por el mundo
celebren los misterios sagrados en sábado cada semana, los Cristianos
de Roma y Alejandría, de acuerdo a ciertas tradiciones antiguas han
dejado de hacerlo?’—Socrates Scholasticus, citado en Ecclesiastical
History, lib. 5, cap. 22 (escrito poco después de 439 D.C.)
"La gente de Constantinopla, y casi en todo lugar, se congregan el
sábado y el primer día de la semana, lo que no acostumbran en Roma o
Alejandría."—Hermias Sozomen, citado en Ecclesiastical History, vii,
19 en A Select Library of Nicene and Post-Nicene Fathers, segunda
Serie, vol. 2, p. 390. (escrito poco después de 415 D.C.)
"A través de la historia hasta el siglo quinto la observancia del
sábado judaico continuó en la Iglesia Cristiana, pero con menos rigor
y solemnidad, hasta que desapareció por completo."—Lyman Coleman, en
Ancient Christianity Exemplified, cap. 26, sec. 2, p. 527.
"Lo que empezó, sin embargo, como un mandato pagano, terminó como una
regla Cristiana; y una larga serie de decretos imperiales, durante el
cuarto, quinto y sexto siglos, impusieron con mucho rigor abstenerse
de labor en el día domingo."—Hutton Webster, Rest Days," pp. 122-123,
270.
Aquí está el primero de los decretos de la Ley Dominical de un
concilio cristiano, dado aproximadamente 16 años después de la primera
Ley Dominical de Constantino en el año 321 D.C.: "Los Cristianos no
judaizarán ni estarán ociosos en el día sábado (en el original:
‘Sabbato’), sino que trabajarán en ese día, pero el Día del Señor,
especialmente honrarán y siendo Cristianos, no trabajarán, si es
posible en ese día. Si se encuentran judaizando, serán excomulgados de
Cristo."—Council of Laodicea, c. 337 D.C., canon 29, citado en C.J.
Hefele, A History of the Councils of the Church, vol. 2, p. 316.
"El guardar el domingo como el día de reposo surgió de la costumbre de
la gente y la constitución de la Iglesia (Católica)...Tertuliano fue
probablemente el primero en referirse a la cesación de trabajo en el
día del Sol; el Concilio de Laodicea promulgó la primera legislación
conciliar para ese día; Constantino I promulgó la primera legislación
civil."—Padre Vincent J. Kelly, Forbidden Sunday and Feast-Day
Occupations, p. 203. [Una tesis presentada a la Universidad Católica
de América].
"Aproximadamente en 590 D.C., el Papa Gregorio, en una carta al pueblo
Romano, denunció como profetas del Anticristo a aquellos que mantenían
que no se debía hacer trabajo en el día séptimo."—James T. Ringgold,
The Law of Sunday, p. 267.
En los siglos siguientes, la persecución a los creyentes del sábado
Bíblico se intensificó hasta que muy pocos quedaron vivos. Cuando la
reforma comenzó, el verdadero sábado era casi desconocido.
"Ahora la Iglesia (Católica) instituyó, por la autoridad de Dios, el
domingo como día de culto. La misma Iglesia, por la misma autoridad
divina, enseñó la doctrina del purgatorio...Tenemos la misma autoridad
para el purgatorio como la tenemos para el domingo."—Martin J. Scott,
Things Catholics are Asked About, 1927, p. 236.
"Por supuesto que la Iglesia Católica declara que el cambio (del
sábado al domingo) fue acto suyo...Y EL ACTO ES UNA MARCA de su poder
eclesiástico."—De la oficina del Cardenal Gibbons, a través del
canciller H.F. Thomas, Noviembre 11, 1895.
"Y adoraron al dragón que había dado la potestad a la bestia, y
adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién es semejante a la bestia, y
quién podrá lidiar con ella?" Apocalipsis 13:4.
"Estando yo contemplando los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño
subía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de
los primeros; y he aquí, en este cuerno había ojos como ojos de
hombre, y una boca que hablaba grandezas." Daniel 7:8.
"Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo
quebrantará, y pensará en mudar los tiempos y la ley: y entregados
serán en su mano hasta tiempo, y tiempos, y el medio de un tiempo."
Daniel 7:25.
"Y fueron dadas a la mujer dos alas de grande águila, para que de la
presencia de la serpiente volase al desierto, a su lugar, donde es
mantenida por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo."
Apocalipsis 12:14.