Es una triste realidad que no todos desean saber que Jesús está pronto
a venir. Prefieren evitar esa verdad.
Al Mensaje del Primer Ángel de Apocalipsis 14:6-7 le sigue el Mensaje
del Segundo Ángel de Apocalipsis 14:8. Las implicaciones de ese
mensaje tienen un significado que es importante AUN en nuestros
días
AL predicar la doctrina del segundo advenimiento, Guillermo Miller y
sus colaboradores no tuvieron otro propósito que el de estimular a los
hombres para que se preparasen para el juicio. Habían procurado
despertar a los creyentes religiosos que hacían profesión de
cristianismo y hacerles comprender la verdadera esperanza de la
iglesia y la necesidad que tenían de una experiencia cristiana mas
profunda, trabajaron además para hacer sentir a los inconversos su
deber de arrepentirse y de convertirse a Dios inmediatamente. "No
trataron de convertir a los hombres a una secta ni a un partido
religioso. De aquí que trabajasen entre todos los partidos y sectas,
sin entremeterse en su organización ni disciplina."
Miller aseveró: "En todas mis labores nunca abrigué el deseo ni el
pensamiento de fomentar interés distinto del de las denominaciones
existentes, ni de favorecer a una a expensas de otra. Pensé en ser
útil a todas. Suponiendo que todos los cristianos se regocijarían en
la perspectiva de la venida de Cristo, y que aquellos que no pudiesen
ver las cosas como yo no dejarían por eso de amar a los que aceptasen
esta doctrina, no me figuré que habría jamás necesidad de tener
reuniones distintas. Mi único objeto era el deseo de convertir almas a
Dios, de anunciar al mundo el juicio venidero e inducir a mis
semejantes a que hiciesen la preparación de corazón que les permitirá
ir en paz al encuentro de su Dios. La gran mayoría de los que fueron
convertidos por medio de mi ministerio se unieron a las diversas
iglesias existentes."—Bliss, pág. 328.
Como su obra tendía a la edificación de las iglesias, se la miró
durante algún tiempo con simpatía. Pero cuando los ministros y los
directores de aquéllas se declararon contra la doctrina del
advenimiento y quisieron sofocar el nuevo movimiento, no sólo se
opusieron a ella desde el púlpito, sino que además negaron a sus
miembros el derecho de asistir a predicaciones sobre ella y hasta de
hablar de sus esperanzas en las reuniones de edificación mutua en la
iglesia. Así se vieron reducidos los creyentes a una situación crítica
que les causaba perplejidad. Querían a sus iglesias y les repugnaba
separarse de ellas; pero al ver que se anulaba el testimonio de la
Palabra de Dios, y que se les negaba el derecho que tenían para
investigar las profecías, sintieron que la lealtad hacia Dios les
impedía someterse. No podían considerar como constituyendo la iglesia
de Cristo a los que trataban de rechazar el testimonio de la Palabra
de Dios, "columna y apoyo de la verdad." De ahí que se sintiesen
justificados para separarse de la que hasta entonces fuera su comunión
religiosa. En el verano de 1844 cerca de cincuenta mil personas se
separaron de las iglesias.
Por aquel tiempo se advirtió un cambio notable en la mayor parte de
las iglesias de los Estados Unidos de Norteamérica. Desde hacía muchos
años venía observándose una conformidad cada vez mayor con las
prácticas y costumbres mundanas, y una decadencia correspondiente en
la vida espiritual; pero en aquel año se notó repentinamente una
decadencia aún mas acentuada en casi todas las iglesias del país.
Aunque nadie parecía capaz de indicar la causa de ella, el hecho mismo
fue muy notado y comentado, tanto por la prensa como desde el
púlpito.
En una reunión del presbiterio de Filadelfia, el Sr. Barnes, autor de
un comentario de uso muy general, y pastor de una de las principales
iglesias de dicha ciudad, "declaró que ejercía el ministerio desde
hacía veinte años, y que nunca antes de la última comunión había
administrado la santa cena sin recibir muchos o pocos nuevos miembros
en la iglesia. Pero ahora, añadía, no hay despertamientos, ni
conversiones, ni mucho aparente crecimiento en la gracia en los que
hacen profesión de religión, y nadie viene mas a su despacho para
conversar acerca de la salvación de sus almas. Con el aumento de los
negocios y las perspectivas florecientes del comercio y de las
manufacturas, ha aumentado también el espíritu mundano. Y esto sucede
en todas las denominaciones." —Congregational Journal, 23 de mayo de
1844.
En el mes de febrero del mismo año, el profesor Finney, del colegio de
Oberlin, dijo: "Hemos podido comprobar el hecho de que en general las
iglesias protestantes de nuestro país, han sido o apáticas u hostiles
con respecto a casi todas las reformas morales de la época. Existen
excepciones parciales, pero no las suficientes para impedir que el
hecho sea general. Tenemos además otro hecho mas que confirma lo dicho
y es la falta casi universal de influencias reavivadoras en las
iglesias. La apatía espiritual lo penetra casi todo y es por demás
profunda; así lo atestigua la prensa religiosa de todo el país.... De
modo muy general, los miembros de las iglesias se están volviendo
esclavos de la moda, se asocian con los impíos en diversiones, bailes,
festejos, etc.... Pero no necesitamos extendernos largamente sobre tan
doloroso tema. Basta con que las pruebas aumenten y nos abrumen para
demostrarnos que las iglesias en general están degenerando de un modo
que da pena. Se han alejado muchísimo de Dios, y el se ha alejado de
ellas."
Y un escritor declaraba en el Religious Telescope, conocido periódico
religioso: "Jamás habíamos presenciado hasta ahora un estado de
decadencia semejante al de la actualidad. En verdad que la iglesia
debería despertar y buscar la causa de este estado aflictivo; pues tal
debe ser para todo aquel que ama a Sión. Cuando recordamos cuán pocos
son los casos de verdadera conversión, y la impenitencia sin igual y
la dureza de los pecadores, exclamamos casi involuntariamente: ‘¿Se ha
olvidado Dios de tener misericordia? ¿o está cerrada la puerta de la
gracia ?’"
Tal condición no existe nunca sin que la iglesia misma tenga la culpa.
Las tinieblas espirituales que caen sobre las naciones, sobre las
iglesias y sobre los individuos, no se deben a un retraimiento
arbitrario de la gracia divina por parte de Dios, sino a la
negligencia o al rechazamiento de la luz divina por parte de los
hombres. Ejemplo sorprendente de esta verdad lo tenemos en la historia
del pueblo judío en tiempo de Cristo. Debido a su apego al mundo y al
olvido de Dios y de su Palabra, el entendimiento de este pueblo se
había obscurecido y su corazón se había vuelto mundano y sensual. Así
permaneció en la ignorancia respecto al advenimiento del Mesías, y en
su orgullo e incredulidad rechazó al Redentor. Pero ni aun entonces
Dios privó a la nación judía de conocer o participar en las
bendiciones de la salvación. Pero los que rechazaron la verdad
perdieron todo deseo de obtener el don del cielo. Ellos habían hecho
"de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz" hasta que la luz que
había en ellos se volvió tinieblas; y ¡cuán grandes fueron aquellas
tinieblas!
Conviene a la política de Satanás que los hombres conserven las formas
de religión, con tal que carezcan de piedad vital. Después de haber
rechazado el Evangelio, los judíos siguieron conservando ansiosamente
sus antiguos ritos, y guardaron intacto su exclusivismo nacional,
mientras que ellos mismos no podían menos que confesar que la
presencia de Dios ya no se manifestaba mas entre ellos. La profecía de
Daniel señalaba de modo tan exacto el tiempo de la venida del Mesías y
predecía tan a las claras su muerte, que ellos trataban de desalentar
el estudio de ella, y finalmente los rabinos pronunciaron una
maldición sobre todos los que intentaran computar el tiempo. En su
ceguedad e impenitencia, el pueblo de Israel ha permanecido durante
mil ochocientos años indiferente a los ofrecimientos de salvación
gratuita, así como a las bendiciones del Evangelio, de modo que
constituye una solemne y terrible advertencia del peligro que se corre
al rechazar la luz del cielo.
Dondequiera que esta causa exista seguirán los mismos resultados.
Quien deliberadamente mutila su conciencia del deber porque ella está
en pugna con sus inclinaciones, acabará por perder la facultad de
distinguir entre la verdad y el error. La inteligencia se entenebrece,
la conciencia se insensibiliza, el corazón se endurece, y el alma se
aparta de Dios. Donde se desdeña o se desprecia la verdad divina, la
iglesia se verá envuelta en tinieblas; la fe y el amor se enfriarán, y
entrarán el desvío y la disensión. Los miembros de las iglesias
concentran entonces sus intereses y energías en asuntos mundanos, y
los pecadores se endurecen en su impenitencia.
El mensaje del primer ángel en el capítulo 14 del Apocalipsis, que
anuncia la hora del juicio de Dios y que exhorta a los hombres a que
le teman y adoren, tenía por objeto separar de las influencias
corruptoras del mundo al pueblo que profesaba ser de Dios y
despertarlo para que viera su verdadero estado de mundanalidad y
apostasía. Con este mensaje Dios había enviado a la iglesia un aviso
que, de ser aceptado habría curado los males que la tenían apartada de
el. Si los cristianos hubiesen recibido el mensaje del cielo,
humillándose ante el Señor y tratando sinceramente de prepararse para
comparecer ante su presencia, el Espíritu y el poder de Dios se
habrían manifestado entre ellos. La iglesia habría vuelto a alcanzar
aquel bendito estado de unidad, fe y amor que existía en tiempos
apostólicos, cuando "la muchedumbre de los creyentes era de un mismo
corazón y de una misma alma," y "hablaron la Palabra de Dios con
denuedo," cuando "el Señor añadía a la iglesia los salvados, de día en
día." Hechos 4:32, 31; 2:47.
Si los que profesan pertenecer a Dios recibiesen la luz tal cual
brilla sobre ellos al dimanar de su Palabra, alcanzarían esa unidad
por la cual oró Cristo y que el apóstol describe como "la unidad del
Espíritu en el vínculo de la paz." "Hay—dice—un mismo cuerpo, y un
mismo espíritu, así como fuisteis llamados en una misma esperanza de
vuestra vocación, un mismo Señor, una misma fe, un mismo bautismo."
Efesios 4:3-5.
Tales fueron los resultados benditos experimentados por los que
aceptaron el mensaje del advenimiento. Provenían de diferentes
denominaciones, y sus barreras confesionales cayeron al suelo; los
credos opuestos se hicieron añicos; la esperanza antibíblica de un
milenio temporal fue abandonada, las ideas erróneas sobre el segundo
advenimiento fueron enmendadas, el orgullo y la conformidad con el
mundo fueron extirpados; los agravios fueron reparados; los corazones
se unieron en la mas dulce comunión, y el amor y el gozo reinaban por
encima de todo; si esta doctrina hizo esto para los pocos que la
recibieron, lo mismo lo habría hecho para todos, si todos la hubiesen
aceptado.
Pero las iglesias en general no aceptaron la amonestación. Sus
ministros que, como centinelas "a la casa de Israel," hubieran debido
ser los primeros en discernir las señales de la venida de Jesús, no
habían aprendido la verdad, fuese por el testimonio de los profetas o
por las señales de los tiempos. Como las esperanzas y ambiciones
mundanas llenaban su corazón, el amor a Dios y la fe en su Palabra se
habían enfriado, y cuando la doctrina del advenimiento fue presentada,
sólo despertó sus prejuicios e incredulidad. La circunstancia de ser
predicado el mensaje mayormente por laicos, se presentaba como
argumento desfavorable. Como antiguamente, se oponían al testimonio
claro de la Palabra de Dios con la pregunta: "¿Ha creído en el alguno
de los príncipes, o de los Fariseos?" Y al ver cuán difícil era
refutar los argumentos sacados de los pasajes proféticos, muchos
dificultaban el estudio de las profecías, enseñando que los libros
proféticos estaban sellados y que no se podían entender. Multitudes
que confiaban implícitamente en sus pastores, se negaron a escuchar el
aviso, y otros, aunque convencidos de la verdad, no se atrevían a
proclamarlo, "por no ser echados de la sinagoga." El mensaje que Dios
había enviado para probar y purificar la iglesia reveló con exagerada
evidencia cuán grande era el número de los que habían concentrado sus
afectos en este mundo mas bien que en Cristo. Los lazos que los unían
a la tierra eran mas fuertes que los que les atraían hacia el cielo.
Prefirieron escuchar la voz de la sabiduría humana y no hicieron caso
del mensaje de verdad destinado a escudriñar los corazones.
Al rechazar la amonestación del primer ángel, rechazaron los medios
que Dios había provisto para su redención. Despreciaron al mensajero
misericordioso que habría enmendado los males que los separaban de
Dios, y con mayor ardor volvieron a buscar la amistad del mundo. Tal
era la causa del terrible estado de mundanalidad, apostasía y muerte
espiritual que imperaba en las iglesias en 1844.
En el capítulo 14 de Apocalipsis, el primer ángel es seguido de otro
que dice: "¡Caída, caída es la gran Babilonia, la cual ha hecho que
todas las naciones beban del vino de la ira de su fornicación!"
Apocalipsis 14:8. La palabra "Babilonia" deriva de "Babel" y significa
confusión. Se emplea en las Santas Escrituras para designar las varias
formas de religiones falsas y apóstatas. En el capítulo 17 del
Apocalipsis, Babilonia está simbolizada por una mujer,—figura que se
emplea en la Biblia para representar una iglesia, siendo una mujer
virtuosa símbolo de una iglesia pura, y una mujer vil, de una iglesia
apóstata.
En la Biblia, el carácter sagrado y permanente de la relación que
existe entre Cristo y su iglesia está representado por la unión del
matrimonio. El Señor se ha unido con su pueblo en alianza solemne,
prometiendo el ser su Dios, y el pueblo a su vez comprometiéndose a
ser Suyo y sólo Suyo. Dios dice: "Te desposaré conmigo para siempre:
sí, te desposaré conmigo en justicia, y en rectitud, y en
misericordia, y en compasiones." Oseas 2:19. Y también: "Yo soy
vuestro esposo." Jeremías 3:14. Y Pablo emplea la misma figura en el
Nuevo Testamento cuando dice: "Os he desposado a un marido, para
presentaros como una virgen pura a Cristo." 2 Corintios 11:2.
La infidelidad a Cristo de que la iglesia se hizo culpable al dejar
enfriarse la confianza y el amor que a el le unieran, y al permitir
que el apego a las cosas mundanas llenase su alma, es comparada a la
violación del voto matrimonial. El pecado que Israel cometió al
apartarse del Señor está representado bajo esta figura; y el amor
maravilloso de Dios que ese pueblo despreció, está descrito de modo
conmovedor: "Te di juramento y entré en pacto contigo, dice Jehová el
Señor; y viniste a ser Mía." "Y fuiste sumamente hermosa, y
prosperaste hasta llegar a dignidad real. Y salió tu renombre entre
las naciones, en atención a tu hermosura, la cual era perfecta, a
causa de mis adornos que yo había puesto sobre ti.... Mas pusiste tu
confianza en tu hermosura, y te prostituiste a causa de tu renombre."
"Así como una mujer es desleal a su marido, así vosotros habéis sido
desleales para conmigo, oh casa de Israel, dice Jehová." "¡Ah, mujer
adúltera, que en vez de tu marido admites los extraños!" Ezequiel
16:8, 13-15, 32; Jeremías 3:20.
En el Nuevo Testamento se hace uso de un lenguaje muy parecido para
con los cristianos profesos que buscan la amistad del mundo mas que el
favor de Dios. El apóstol Santiago dice: "¡Almas adúlteras! ¿no sabéis
acaso que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Aquel pues
que quisiere ser amigo del mundo, se hace enemigo de Dios." Santiago
4:4.
La mujer Babilonia de Apocalipsis 17 está descrita como "vestida de
púrpura y escarlata, y adornada de oro y piedras preciosas y perlas,
teniendo en su mano un cáliz de oro, lleno de abominaciones, es decir,
las inmundicias de sus fornicaciones; y en su frente tenía un nombre
escrito: MISTERIO: BABILONIA LA GRANDE, MADRE DE LAS RAMERAS." El
profeta dice: "Vi a aquella mujer embriagada de la sangre de los
santos, y de la sangre de los mártires de Jesús." Se declara además
que Babilonia "es aquella gran ciudad, la cual tiene el imperio sobre
los reyes de la tierra." Apocalipsis 17: 4-6, 18. La potencia que por
tantos siglos dominó con despotismo sobre los monarcas de la
cristiandad, es Roma. La púrpura y la escarlata, el oro y las piedras
preciosas y las perlas describen como a lo vivo la magnificencia y la
pompa mas que reales de que hacía gala la arrogante sede romana. Y de
ninguna otra potencia se podría decir con mas propiedad que estaba
"embriagada de la sangre de los santos" que de aquella iglesia que ha
perseguido tan cruelmente a los discípulos de Cristo. Se acusa además
a Babilonia de haber tenido relaciones ilícitas con "los reyes de la
tierra." Por su alejamiento del Señor y su alianza con los paganos la
iglesia judía se transformó en ramera; Roma se corrompió de igual
manera al buscar el apoyo de los poderes mundanos, y por consiguiente
recibe la misma condenación.
Se dice que Babilonia es "madre de las rameras." Sus hijas deben
simbolizar las iglesias que se atienen a sus doctrinas y tradiciones,
y siguen su ejemplo sacrificando la verdad y la aprobación de Dios,
para formar alianza ilícita con el mundo. El mensaje de Apocalipsis
14, que anuncia la caída de Babilonia, debe aplicarse a comunidades
religiosas que un tiempo fueron puras y luego se han corrompido. En
vista de que este mensaje sigue al aviso del juicio, debe ser
proclamado en los últimos días, y no puede por consiguiente referirse
sólo a la iglesia romana, pues dicha iglesia está en condición caída
desde hace muchos siglos. Además, en el capítulo 18 del Apocalipsis se
exhorta al pueblo de Dios a que salga de Babilonia. Según este pasaje
de la Escritura, muchos del pueblo de Dios deben estar aún en
Babilonia. ¿Y en qué comunidades religiosas se encuentra actualmente
la mayoría de los discípulos de Cristo? Sin duda alguna, en las varias
iglesias que profesan la fe protestante. Al nacer, esas iglesias se
decidieron noblemente por Dios y la verdad, y la bendición divina las
acompañó. Aun el mundo incrédulo se vio obligado a reconocer los
felices resultados de la aceptación de los principios del Evangelio.
Se les aplican las palabras del profeta a Israel: "Salió tu renombre
entre las naciones, en atención a tu hermosura, la cual era perfecta,
a causa de Mis adornos, que Yo había puesto sobre ti, dice Jehová el
Señor." Pero esas iglesias cayeron víctimas del mismo deseo que causó
la maldición y la ruina de Israel: El deseo de imitar las prácticas de
los impíos y de buscar su amistad. "Pusiste tu confianza en tu
hermosura, y te prostituiste a causa de tu renombre." Ezequiel 16:14,
15.
Muchas de las iglesias protestantes están siguiendo el ejemplo de
Roma, y se unen inicuamente con "los reyes de la tierra." Así obran
las iglesias del estado en sus relaciones con los gobiernos seculares,
y otras denominaciones en su afán de captarse el favor del mundo. Y la
expresión "Babilonia"— confusión—puede aplicarse acertadamente a esas
congregaciones que, aunque declaran todas que sus doctrinas derivan de
la Biblia, están sin embargo divididas en un sinnúmero de sectas, con
credos y teorías muy opuestos.
Además de la unión pecaminosa con el mundo, las iglesias que se
separaron de Roma presentan otras características de ésta.
Una obra católica romana arguye que "si la iglesia romana fue alguna
vez culpable de idolatría con respecto a los santos, su hija, la
iglesia anglicana, es igualmente culpable, pues tiene diez iglesias
dedicadas a María por una dedicada a Cristo."—Dr. Challoner, The
Catholic Christian Instructed, prólogo, págs. 21, 22.
Y el Dr. Hopkins, en un "Tratado sobre el milenio," declara: "No hay
razón para creer que el espíritu y las prácticas anticristianas se
limiten a lo que se llama actualmente la iglesia romana. Las iglesias
protestantes tienen en sí mucho del Anticristo, y distan mucho de
haberse reformado enteramente de . . . las corrupciones e
impiedades."—Samuel Hopkins, Works, tomo 2, pág. 328.
Respecto a la separación entre la iglesia presbiteriana y la de Roma,
el doctor Guthrie escribe: "Hace trescientos años que nuestra iglesia,
con una Biblia abierta en su bandera y el lema ‘Escudriñad las
Escrituras’ en su rollo de pergamino, salió de las puertas de Roma."
Luego hace la significativa pregunta: "¿Salió del todo de
Babilonia?"—Tomás Guthrie, The Gospel in Ezekiel, pág. 237.
"La iglesia de Inglaterra—dice Spurgeon—parece estar completamente
roída por la doctrina de que la salvación se encuentra en los
sacramentos; pero los disidentes parecen estar tan hondamente
contaminados por la incredulidad filosófica. Aquellos de quienes
esperábamos mejores cosas están apartándose unos tras otros de los
fundamentos de la fe. Creo que el mismo corazón de Inglaterra está
completamente carcomido por una incredulidad fatal que hasta se atreve
a subir al púlpito y llamarse cristiana."
¿Cuál fue el origen de la gran apostasía? ¿Cómo empezó a apartarse la
iglesia de la sencillez del Evangelio?—Conformándose a las prácticas
del paganismo para facilitar a los paganos la aceptación del
cristianismo. El apóstol Pablo dijo acerca de su propio tiempo: "Ya
está obrando el misterio de iniquidad." 2 Tesalonicenses 2:7. Mientras
aún vivían los apóstoles, la iglesia permaneció relativamente pura.
"Pero hacia fines del siglo segundo, la mayoría de las iglesias
asumieron una forma nueva; la sencillez primitiva desapareció, e
insensiblemente, a medida que los antiguos discípulos bajaban a la
tumba, sus hijos, en unión con nuevos convertidos, . . . se
adelantaron y dieron nueva forma a la causa."—Roberto Robinson,
Ecclesiastical Researches, capítulo 6, pág. 51. Para aumentar el
número de los convertidos, se rebajó el alto nivel de la fe cristiana,
y el resultado fue que "una ola de paganismo anegó la iglesia,
trayendo consigo sus costumbres, sus prácticas y sus ídolos."—Gavazzi,
Lectures, pág. 278. Una vez que la religión cristiana hubo ganado el
favor y el apoyo de los legisladores seculares, fue aceptada
nominalmente por multitudes; pero mientras éstas eran cristianas en
apariencia, muchos "permanecieron en el fondo paganos que seguían
adorando sus ídolos en secreto."—Ibid.
¿No ha sucedido otro tanto en casi todas las iglesias que se llaman
protestantes? Cuando murieron sus fundadores, que poseían el verdadero
espíritu de reforma, sus descendientes se adelantaron y "dieron nueva
forma a la causa." Mientras se atenían ciegamente al credo de sus
padres y se negaban a aceptar cualquiera verdad que fuese mas allá de
lo que veían, los hijos de los reformadores se alejaron mucho de su
ejemplo de humildad, de abnegación y de renunciación al mundo. Así "la
simplicidad primitiva desaparece." Una ola de mundanalidad invade la
iglesia "trayendo consigo sus costumbres, sus prácticas y sus
ídolos."
¡Ay, hasta qué grado esa amistad del mundo, que es "enemistad contra
Dios," es fomentada actualmente entre los que profesan ser discípulos
de Cristo! ¡Cuánto no se han alejado las iglesias nacionales de toda
la cristiandad del modelo bíblico de humildad, abnegación, sencillez y
piedad! Juan Wesley decía, al hablar del buen uso del dinero: "No
malgastéis nada de tan precioso talento, tan sólo por agradar a los
ojos con superfluos y costosos atavíos o con adornos innecesarios. No
gastéis parte de él adornando prolijamente vuestras casas con muebles
inútiles y costosos, con cuadros costosos, pinturas y dorados.... No
gastéis nada para satisfacer la soberbia de la vida, ni para obtener
la admiración de los hombres.... ‘Siempre que te halagues a ti mismo,
los hombres hablarán bien de ti.’ Siempre que te vistas ‘de púrpura y
de lino fino blanco, y tengas banquetes espléndidos todos los días,’
no faltará quien aplauda tu elegancia, tu buen gusto, tu generosidad y
tu rumbosa hospitalidad. Pero no vayas a pagar tan caros sus aplausos.
Conténtate mas bien con el honor que viene de Dios."—Wesley, Works,
sermón 50, sobre el uso de dinero. Pero muchas iglesias actuales
desprecian estas enseñanzas.
Está de moda en el mundo hacer profesión de religión. Gobernantes,
políticos, abogados, médicos y comerciantes se unen a la iglesia para
asegurarse el respeto y la confianza de la sociedad, y así promover
sus intereses mundanos. Tratan de cubrir todos sus procederes injustos
con el manto de la religiosidad. Las diversas comunidades religiosas
robustecidas con las riquezas y con la influencia de esos mundanos
bautizados pujan a cual mas por mayor popularidad y patrocinio.
Iglesias magníficas, embellecidas con el mas extravagante despilfarro,
se edifican en las avenidas mas ricas y mas pobladas. Los fieles
visten con lujo y a la moda. Se pagan grandes sueldos a ministros
elocuentes para que entretengan y atraigan a la gente. Sus sermones no
deben aludir a los pecados populares, sino que deben ser suaves y
agradables como para los oídos de un auditorio elegante. Así los
pecadores del mundo son recibidos en la iglesia, y los pecados de moda
se cubren con un manto de piedad.
Hablando de la actitud actual de los profesos cristianos para con el
mundo, un notable periódico profano dice: "Insensiblemente la iglesia
ha seguido el espíritu del siglo, y ha adaptado sus normas de culto a
las necesidades de la actualidad." "En verdad, todo cuanto contribuye
a hacer atractiva la religión, la iglesia lo emplea ahora y se vale de
ello." Y un escritor apunta, en el Independent de Nueva York;, lo
siguiente acerca del metodismo actual: "La línea de separación entre
los piadosos y los irreligiosos desaparece en una especie de penumbra,
y en ambos lados se está trabajando con empeño para hacer desaparecer
toda diferencia entre su modo de ser y sus placeres." "La popularidad
de la religión tiende en gran manera a aumentar el número de los que
quisieran asegurarse sus beneficios sin cumplir honradamente con los
deberes de ella."
Howard Crosby dice: "Motivo de hondo pesar es el hecho de que la
iglesia de Cristo esté cumpliendo tan mal los designios del Señor. Así
como los antiguos judíos dejaron que el trato familiar con las
naciones idólatras alejara sus corazones de Dios, . . . así también
ahora la iglesia de Jesús, merced al falso consorcio con el mundo
incrédulo, está abandonando los métodos divinos de su verdadera vida y
doblegándose a las costumbres perniciosas, si bien a menudo
plausibles, de una sociedad anticristiana, valiéndose de argumentos y
llegando a conclusiones ajenas a la revelación de Dios y directamente
opuestas a todo crecimiento en la gracia."—The Healthy Christian: An
Appeal to the Church, págs. 141, 142.
En esta marea de mundanalidad y de afán por los placeres, el espíritu
de desprendimiento y de sacrificio personal por el amor de Cristo ha
desaparecido casi completamente. "Algunos de los hombres y mujeres que
actúan hoy en esas iglesias aprendieron, cuando niños, a hacer
sacrificios para poder dar o hacer algo por Cristo." Pero "ahora si se
necesitan fondos, . . . no hay que pedirle nada a nadie. ¡Oh no!
Organícese un bazar, prepárese una representación de figuras vivas,
una escena jocosa, una comida al estilo antiguo o a la moderna,
cualquier cosa para divertir a la gente."
El gobernador Washburn, de Wisconsin, declaró en su mensaje anual, el
9 de enero de 1873: "Parece necesario dictar una ley que obligue a
cerrar las escuelas donde se forman jugadores. Se las encuentra por
todas partes. Hasta se ven iglesias que (sin saberlo, indudablemente)
hacen a veces la obra del diablo. Los conciertos y las
representaciones de beneficio, así como las rifas, que se hacen, a
veces con fines religiosos o de caridad, pero a menudo con propósitos
menos dignos, loterías, premios, etc., no son sino estratagemas para
recaudar dinero sin dar un valor correspondiente. No hay nada tan
desmoralizador y tan embriagador, especialmente para los jóvenes, como
la adquisición de dinero o de propiedad sin trabajo. Si personas
respetables toman parte en esas empresas de azar y acallan su
conciencia con la reflexión de que el dinero está destinado a un buen
fin, nada de raro tiene que la juventud del estado caiga tan a menudo
en los hábitos que con casi toda seguridad engendra la afición a los
juegos de azar."
El espíritu de conformidad con el mundo está invadiendo las iglesias
por toda la cristiandad. Roberto Atkins, en un sermón predicado en
Londres, pinta un cuadro sombrío del decaimiento espiritual que
predomina en Inglaterra: "Los hombres verdaderamente justos están
desapareciendo de la tierra, sin que a nadie se le importe algo. Los
que hoy profesan religiosidad, en todas las iglesias, aman al mundo,
se conforman con él, gustan de las comodidades terrenales y aspiran a
los honores. Están llamados a sufrir con Cristo, pero retroceden ante
el simple oprobio.... ¡Apostasía, apostasía, apostasía! es lo que está
grabado en el frontis mismo de cada iglesia, y si lo supiesen o
sintiesen, habría esperanza; pero ¡ay! lo que se oye decir, es: Rico
soy, y estoy lleno de bienes, y nada me falta."—Second Advent Library,
folleto No. 39.
El gran pecado de que se acusa a Babilonia es que ha hecho que "todas
las naciones beban del vino de la ira de su fornicación." Esta copa
embriagadora que ofrece al mundo representa las falsas doctrinas que
ha aceptado como resultado de su unión ilícita con los magnates de la
tierra. La amistad con el mundo corrompe su fe, y a su vez Babilonia
ejerce influencia corruptora sobre el mundo enseñando doctrinas que
están en pugna con las declaraciones mas claras de la Sagrada
Escritura.
Roma le negó la Biblia al pueblo y exigió que en su lugar todos
aceptasen sus propias enseñanzas. La obra de la Reforma consistió en
devolver a los hombres la Palabra de Dios; pero ¿no se ve acaso que en
las iglesias de hoy lo que se enseña a los hombres es a fundar su fe
en el credo y en las doctrinas de su iglesia antes que en las Sagradas
Escrituras? Hablando de las iglesias protestantes, Carlos Beecher
dice: "Retroceden ante cualquier palabra severa que se diga contra sus
credos con la misma sensibilidad con que los santos padres se habrían
estremecido ante una palabra dura pronunciada contra la veneración
creciente que estaban fomentando por los santos y los mártires.... Las
denominaciones evangélicas protestantes se han atado mutuamente las
manos, de tal modo que nadie puede hacerse predicador entre ellas sin
haber aceptado primero la autoridad de algún libro aparte de la
Biblia.... No hay nada de imaginario en la aseveración de que el poder
del credo está ahora empezando a proscribir la Biblia tan ciertamente
como lo hizo Roma, aunque de un modo mas sutil."—Sermón sobre la
Biblia como credo suficiente, predicado en Fort Wayne, Indiana, el 22
de febrero, 1846.
Cuando se levantan maestros verdaderos para explicar la Palabra de
Dios, levántanse también hombres de saber, ministros que profesan
comprender las Santas Escrituras, para denunciar la sana doctrina como
si fuera herejía, alejando así a los que buscan la verdad. Si el mundo
no estuviese fatalmente embriagado con el vino de Babilonia,
multitudes se convencerían y se convertirían por medio del
conocimiento de las verdades claras y penetrantes de la Palabra de
Dios. Pero la fe religiosa aparece tan confusa y discordante que el
pueblo no sabe qué creer ni qué aceptar como verdad. La iglesia es
responsable del pecado de impenitencia del mundo.
El mensaje del segundo ángel de Apocalipsis 14 fue proclamado por
primera vez en el verano de 1844, y se aplicaba entonces mas
particularmente a las iglesias de los Estados Unidos de Norteamérica,
donde la amonestación del juicio había sido también mas ampliamente
proclamada y mas generalmente rechazada, y donde el decaimiento de las
iglesias había sido mas rápido. Pero el mensaje del segundo ángel no
alcanzó su cumplimiento total en 1844. Las iglesias decayeron entonces
moralmente por haber rechazado la luz del mensaje del advenimiento;
pero este decaimiento no fue completo. A medida que continuaron
rechazando las verdades especiales para nuestro tiempo, fueron
decayendo mas y mas. Sin embargo aún no se puede decir: "¡Caída, caída
es la gran Babilonia, la cual ha hecho que todas las naciones beban
del vino de la ira de su fornicación!" Aún no ha dado de beber a todas
las naciones. El espíritu de conformidad con el mundo y de
indiferencia hacia las verdades que deben servir de prueba en nuestro
tiempo, existe y ha estado ganando terreno en las iglesias
protestantes de todos los países de la cristiandad; y estas iglesias
están incluidas en la solemne y terrible amonestación del segundo
ángel. Pero la apostasía aún no ha culminado.
La Biblia declara que antes de la venida del Señor, Satanás obrará
"con todo poder, y con señales, y con maravillas mentirosas, y con
todo el artificio de la injusticia," y que todos aquellos que "no
admitieron el amor de la verdad para" ser "salvos," serán dejados para
que reciban "la eficaz operación de error, a fin de que crean a la
mentira." 2 Tesalonicenses 2:9-11. La caída de Babilonia no será
completa sino cuando la iglesia se encuentre en este estado, y la
unión de la iglesia con el mundo se haya consumado en toda la
cristiandad. El cambio es progresivo, y el cumplimiento perfecto de
Apocalipsis 14:8 está aún reservado para lo por venir.
A pesar de las tinieblas espirituales y del alejamiento de Dios que se
observan en las iglesias que constituyen Babilonia, la mayoría de los
verdaderos discípulos de Cristo se encuentran aún en el seno de ellas.
Muchos de ellos no han oído nunca proclamar las verdades especiales
para nuestro tiempo. No pocos están descontentos con su estado actual
y tienen sed de mas luz. En vano buscan el espíritu de Cristo en las
iglesias a las cuales pertenecen. Como estas congregaciones se apartan
mas y mas de la verdad y se van uniendo mas y mas con el mundo, la
diferencia entre ambas categorías de cristianos se irá acentuando
hasta quedar consumada la separación. Llegará el día en que los que
aman a Dios sobre todas las cosas no podrán permanecer unidos con los
que son "amadores de los placeres, mas bien que amadores de Dios;
teniendo la forma de la piedad, mas negando el poder de ella."
El capítulo 18 del Apocalipsis indica el tiempo en que, por haber
rechazado la triple amonestación de Apocalipsis 14:6-12, la iglesia
alcanzará el estado predicho por el segundo ángel, y el pueblo de Dios
que se encontrare aún en Babilonia, será llamado a separarse de la
comunión de ésta. Este mensaje será el último que se dé al mundo y
cumplirá su obra. Cuando los que "no creen a la verdad, sino que se
complacen en la injusticia" 2 Tesalonicenses 2:12, sean dejados para
sufrir tremendo desengaño y para que crean a la mentira, entonces la
luz de la verdad brillará sobre todos aquellos cuyos corazones estén
abiertos para recibirla, y todos los hijos del Señor que quedaren en
Babilonia, oirán el llamamiento: "¡Salid de ella, pueblo mío! "
Apocalipsis 18:4.
El número/La Marca/Señal de Dios o Satanás?
"Y díles también mis sábados que fuesen por señal entre mí y ellos,
para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico." Ezequiel
20:12
"Y santificad mis sábados, y sean por señal entre mí y vosotros, para
que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios." Ezequiel 20:20
"Y díjole Jehová: Pasa por medio de la ciudad, por medio de Jerusalem,
y pon una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a
causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella. Y a
los otros dijo a mis oídos: Pasad por la ciudad en pos de él, y herid;
no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. Matad viejos, mozos y
vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno: mas a todo
aquel sobre el cual hubiere señal, no llegaréis; y habéis de comenzar
desde mi santuario. Comenzaron pues desde los varones ancianos que
estaban delante del templo." Ezequiel 9:4-6.
Y vi otro ángel que subía del nacimiento del sol, teniendo el sello
del Dios vivo: y clamó con gran voz a los cuatro ángeles, a los cuales
era dado hacer daño a la tierra y a la mar." Apoocalipsis 7:2
"Diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles,
hasta que señalemos a los siervos de nuestro Dios en sus frentes."
Apoocalipsis 7:3.
"Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de
la bestia; porque es el número de hombre: y el número de ella,
seiscientos sesenta y seis."
"Y que ninguno pudiese comprar ó vender, sino el que tuviera la señal,
ó el nombre de la bestia, ó el número de su nombre." Apoocalipsis
13:16-17
"Y el tercer ángel los siguió, diciendo en alta voz: Si alguno adora a
la bestia y a su imagen, y toma la señal en su frente, ó en su mano,
Este también beberá del vino de la ira de Dios, el cual está echado
puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre
delante de los santos ángeles, y delante del Cordero: Y el humo del
tormento de ellos sube para siempre jamás. Y los que adoran a la
bestia y a su imagen, no tienen reposo día ni noche, ni cualquiera que
tomare la señal de su nombre." Apoocalipsis 1:9-11